Los incas no inventaron Internet (ni el porno)
Uno de los errores más comunes de quien viaja por primera vez a Perú es pensar que toda la historia de este país se resume con los incas. Un tópico fomentado por la promoción turística peruana y por toda la iconografía de los folletos turísticos, que ha girado siempre en torno a Machu Picchu y al imperio que los incas tenían montado cuando llegaron los españoles. Si nos fiáramos de las adulaciones de algunos guías turísticos, los incas eran tan cojonudos que menos Internet, lo inventaron casi todo.
En realidad, el apogeo inca apenas duró 100 años, desde 1438 -cuando Pachacutec,el IX Inca, sacó a su pueblo del valle del Cuzco para enseñarle quechua a media Sudamérica- hasta 1533, cuando llegó Pizarro con sus caballos y sus arcabuces y acabó con el invento.
¿Fueron capaces los incas en tan solo 100 años de desarrollar las técnicas de cultivo, las grandes construcciones megalíticas, una compleja red de caminos y tambos, perfeccionar la observación astronómica y crear las estructuras de un gran estado? No; los historiadores coinciden en que fue imposible en ese corto periodo de tiempo.
En realidad los incas no fueron más que la culminación de otra serie de grandes civilizaciones que florecieron en el Perú durante unos 5.000 años atrás. Moches, paracas, mochicas, huaris, nazcas, tihuanacos… desarrollaron a lo largo de la costa y sierras del Perú complejas sociedades agrícolas y ciudades bien organizadas que han llevado a los arqueólogos a nombrar a Perú como una de las seis grandes cunas civilizatorias de la humanidad (junto con Egipto, India, Mesopotamia, China y Mesoamérica), y la única además que se desarrolló en el hemisferio sur.
Lo que ocurrió es que como la información que llegó a Europa provenía de las crónicas de los conquistadores españoles, que solo conocieron a los incas, fueron ellos quienes se llevaron toda la gloria.
Todo esto y mucho más sobre la cronología de las civilizaciones preincaicas peruanas se narra en las diferentes salas del Museo Larco, una de las visitas imprescindibles en Lima. El museo acoge la colección privada de Rafael Larco Herrera, un filántropo que logró reunir más de 45.000 piezas de cerámica, oro, plata y textiles de los pueblos preincaicos y gracias a la cual se ha podido establecer el ciclo histórico del país.
El museo es espectacular; y no es una hipérbole. Y lo es no tanto por la cantidad de piezas expuestas sino por su calidad y buen estado de conservación y por lo didáctico del montaje. A través de sus salas se puede seguir el nacimiento de estas sociedades agrícolas, sus categorías sociales, las ceremonias de sacrificios, el sincretismo, sus ídolos y dioses, las técnicas textiles que usaban o la tradición de los quipus.
La sala más famosa del museo es la de las cerámicas eróticas, con docenas de piezas en las que las representaciones sexuales no son nada simbólicas; todo lo contrario: ¡son de lo más explícito! Pero que se desengañen quienes piensen que los preincaicos inventaron también el porno: esas vasijas hablan de fertilidad, no de sexo (al menos en el sentido moderno de la palabra).
En fin, que la visita a Machu Picchu es un clásico en todo primer viaje a Perúy no debes dejar de hacerla porque es un lugar único en el mundo. Pero el país es mucho más que esa ciudadela inca, saturada de turistas todos los días del año.
Mi consejo es que no os dejéis abducir por los incas e incluyáis en el recorrido también toda la ruta moche del norte del país, los desiertos de Paracas, el museo del Señor de Sipán -en Lambayeque-, y el de la Señora de Cao, en Magdalena de Cao.
Y por supuesto, que en Lima no dejéis de visitar el museo Larco. Me agradeceréis la recomendación.
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