Cambio de valores en Israel

Da gusto leer a Nir Baram La hora de actuar, (EL PAÍS, 9-8-14), escritor israelí y judío, que expone verdades, hechos y datos sobre la situación en su país en relación al “problema palestino”. Él no lo califica así, pero lo insinúa: el “problema”, más que palestino es israelí. Verdades que —como él mismo manifiesta— rechaza la inmensa mayoría de sus compatriotas. Expone la esquizofrenia político-social de sus conciudadanos y avergüenza el comportamiento de la ministra de Justicia, la laborista Tzipi Livni, “supuestamente moderada” —escribe Baram— quien ante el asesinato por extremistas judíos de un joven palestino osa proclamar: “Nosotros no somos así, un asesinato tan horrible y sádico de un niño no puede ser obra de judíos”. Lo fue.

Baram augura que para hacer frente al “problema”, la sociedad judía israelí necesita una profunda transformación de valores y termina invocando la necesidad de actuar “si hay en Israel un grupo suficientemente grande de personas que todavía crean en el cambio y estén dispuestas a luchar por él”.

Me temo que hoy no existe ese grupo, si bien posiciones como la de Baram ayudan a mantener la esperanza. Al igual que la de la Asociación Independiente de Voces Judías: “El bombardeo de Gaza ha causado no sólo un elevado número de muertos y heridos civiles, sino también un severo trauma social. ¿Cómo podemos esperar que los niños que han sufrido la muerte violenta de sus familiares y amigos y la destrucción de sus casas perdonen no sólo a sus vecinos israelíes, sino también a las potencias mundiales que no han hecho nada para defenderlos? En cuanto judíos, estamos horrorizados por las acciones de un Gobierno que falsamente pregona que actúa en nombre de todos nosotros. Es hora de insistir en la detención inmediata de la expansión de las colonias que facilite el inicio de un proceso que ponga fin al bloqueo y a la ocupación”.— Emilio Menéndez del Valle.