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La promesa de un futuro de primera

Alassane Diakité llegó con 16 años a Francia detrás de un sueño: fichar por un gran equipo Lucha para que otros niños africanos no viajen a Europa tras engañosos cantos de sirena

Alassane Diakité abandonó Malí en 2007 para jugar al fútbol.Vídeo: EDP

Alassane Diakité se escapaba de la escuela para correr detrás de un balón, en su aldea natal, Tabako, situada a unos 200 kilómetros al suroeste de Bamako, la capital de Malí. Solo quería jugar al fútbol. Detrás de su sueño, voló en 2007 a París. Tenía 16 años. Los cantos de sirena de un ojeador le habían seducido. Sería llegar y fichar por algún gran equipo. No fue así. No le esperaban ni el PSG ni el Olympique de Marsella, sino equipos de barrio. Sin contrato, ni salario.

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Siete años más tarde, Diakité es capitán y defensa central del Deportivo Canillas, un club de la división regional preferente madrileña. Con 23 años ha logrado su sueño. Uno más modesto. Juega profesionalmente al fútbol. Y tiene nuevos: sacarse el título oficial de entrenador y evitar que otros chicos sean engañados y abandonados a su suerte por representantes sin escrúpulos. "Para estos agentes, los niños son objetos. Los utilizan y si no funcionan, se desembarazan de ellos. Los dejan donde sea. Si triunfan, son euros", se indigna en un castellano marcado aún por algunos dejes francófonos.

Unos 20.000 menores africanos malvivían en Europa en 2008, después de haber sido abandonados por sus representantes, según el abogado holandés Ronny Van der Meij, autor de un estudio sobre agentes, corrupción y derecho deportivo internacional. Su investigación recibió en 2009 uno de los premios jurídicos internacionales otorgados por el Instituto Superior de Derecho y Economía (ISDE) y la Federación Interamericana de Abogados (FIA). "Es razonable suponer que en la actualidad el número es mayor", cuenta Van der Meij, por correo electrónico, desde Brasil, país en el que trabaja desde hace tres años, en una ONG que utiliza el fútbol para mejorar la vida de los jóvenes de las favelas. 

A Diakité, la oportunidad de dar el salto le llegó en 2006. Un agente se interesó por él. Solo había una condición: que se hiciese cargo de los gastos del viaje, unos 3.000 euros. Su familia logró reunir el dinero. Cada uno puso algo. No hubo que recurrir a un prestamista. El ingreso nacional bruto per cápita de Malí rondaba ese año los 1.000 euros anuales, según el Banco Mundial.

Unos 20.000 menores africanos malvivían en Europa en 2008, después de haber sido abandonados por sus representantes

Dos meses tenía para ser fichado por algún equipo. La duración de su visado. Después de un mes y medio en Francia, Diakité convenció a su agente para probar suerte en Portugal. Y casi funcionó: un equipo de segunda división quiso ficharle. Su representante, sin embargo, volvió a jugársela. Quería dinero. La excusa: el club de Bamako en el que Diakité había iniciado su carrera quería cobrar unos supuestos derechos de formación. Todo falso. Desde Malí no habían reclamado nada, según el jugador del Canillas.

La solución, ofrecida por el equipo portugués, era regresar a su país, desvincularse de su representante y volver. Diakité se lo pensó. Un compañero nigeriano se lo desaconsejó. Era mejor que se quedase en Europa. Su familia estuvo de acuerdo. Dos meses después de aterrizar en París, un autobús dejaba al jugador malíense en la estación Sur de Madrid.

Sin papeles, pero con un sueño intacto: quería jugar. Su oportunidad se presentó en el Mundialito 2008, un torneo entre inmigrantes de los distintos países presentes en España. Allí, varios equipos se fijaron en él. Apostó por uno, el Club Deportivo Canillas. Durante su primer año de estancia no cobró nada. No le importó. “Lo único que quería era jugar”, recuerda.

En los siguientes tres años, el chico nacido en Tabako recorrió distintos localidades españolas —Lorca, Quintanar de la Orden, Albacete— para volver de nuevo al club madrileño. Diakité juega en el primer equipo y entrena a niños y chavales de entre 6 y 15 años. Trabaja además de doce a cuatro como ayudante de cocina en un comedor escolar para poder vivir y enviar dinero a su familia. "Como jugador en esta categoría ganas como máximo unos 300 euros y como entrenador, 150", confiesa. Lejos quedaban el Madrid o el Barça. La realidad se había impuesto a las ilusiones. "Antes creía que todo era fácil y bonito. Ahora que conozco las dificultades, sigo soñando, pero con paciencia".

Tráiler de la película Diamantes Negros, de Miguel Alcantud. / POTENZA PRODUCCIONES

Diakité no quiere ver cómo otros chavales, llenos de "hambre e ilusión", son utilizados. "Están jugando con sus sentimientos e incluso con su vida". Y para ello, como "hermanito de estos niños", quiere hacerles ver que el camino para llegar a ser jugador profesional "puede ser bonito, pero también largo y difícil. Hay que estar muy preparado".

La FIFA prohibió en 2008 los fichajes de menores de 18 años y reforzó la vigilancia hacia las transacciones internacionales

La película Diamantes negros, de Miguel Alcantud, cuenta la historia de dos jóvenes, que tras ser captados en Malí por un ojeador de fútbol, llegan a Madrid para triunfar como futbolistas. Diakité interpreta en esta ficción a un subsahariano que sobrevive en la capital como camello y que hace amistad con uno de los protagonistas. A raíz de ella, tuvo claro que tenía que implicarse para acabar con el tráfico de menores africanos. "Ahora, cada vez que conozco a un nuevo chaval, intento preguntarle y enterarme de cuál es su situación". Está en contacto con Foot Solidaire, ONG francesa que ayuda a chicos abandonados a su suerte por sus representantes. Quiere crear una asociación parecida en España. "Si conoces a alguien que pueda apoyarme, te lo agradecería", pide con una sonrisa.

La FIFA prohibió en 2008 los fichajes de menores de 18 años y reforzó la vigilancia hacia las transacciones internacionales. Solo se admiten tres excepciones: que los padres del jugador hayan cambiado su domicilio por una razón no relacionada con el fútbol; que el traspaso se produzca dentro del territorio de la UE o del Espacio Económico Europeo (EEE) , siempre y cuando el futbolista tenga entre 16 y 18 años de edad; o que el menor viva a menos de 50 kilómetros de la frontera del país en el que estará su nuevo club. El chico deberá continuar residiendo en su domicilio.

Hace cinco meses Diakité lanzó una campaña en change.org. La petición, dirigida a Michel Platini, presidente de la UEFA, pretende que esta organización, el máximo ente del fútbol europeo, y la Real Federación Española aprueben un código de conducta contra el tráfico de menores al que se adhieran los equipos europeos. Ha recogido ya algo más de 100.000 firmas. Su objetivo es llegar a las 150.000.

Diakité ya no tiene la sensación de haber fallado que le embargó al principio de su estancia europea. Ahora sabe que no fue su responsabilidad. Que no era el único. "Para nosotros es nuestra vida, nuestro objetivo. Vamos a triunfar, vamos a sacar a nuestras familias de la miseria. Es un fracaso. Ni siquiera puedes volver. La mayoría de la gente te rechaza. No se creen que puedas venir a Europa y no conseguirlo".

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