_
_
_
_
Migrados
Coordinado por Lola Hierro

"La reforma sanitaria es la cosa más injusta y estúpida que he visto"

En este nuevo episodio de la campaña Todas las piezas son importantes de Málaga Acoge conocemos a Hervé Bertevas, un médico de familia de origen francés y ascendencia marroquí. Vertevás se estableció en Andalucía hace 10 años con la intención de construirse una casita en la localidad malagueña de Comares junto a su pareja. Se asomó tímidamente a Médicos del Mundo y acabó desarrollando una importante labor en esta ONG, desde la que pudo conocer, de primera mano, las dificultades a las que se enfrentan las personas migrantes en el ámbito sanitario. Aunque hace dos años que se dedica exclusivamente a su consulta, André sigue estando muy pendiente de los problemas que han generado los cambios legislativos como la retirada de la tarjeta sanitaria. Esto es lo que cuenta:

Pues porque tengo una historia personal con Málaga. Venía de vacaciones desde pequeño con mis padres, en los años 70, cada año. Teníamos casa aquí y luego siempre he seguido en contacto con la pequeña comunidad extranjera que se relacionaba con mis padres, que son de Marruecos. Muchos amigos se quedaron a vivir, he vuelto de vez en cuando de vacaciones y al final surgió la idea de venir a vivir aquí, porque me gustaba la ciudad y sobre todo el campo. Era una experiencia que había que tener. Allí la experiencia fue buena, después viví otros dos o tres años con un inglés en su finca, en el campo, en la zona de Los Montes de Málaga. Pero trabajaba en la capital y estaba un poco harto de ir y venir en coche, así que me he ido acercando: primero en Rincón de la Victoria y ahora llevo cinco años viviendo en el centro de Málaga.

¿Cuál es su especialidad como médico?

Soy médico de familia y trabajo en urgencias, actualmente en el centro de salud de Rincón de la Victoria. También he trabajado también en Vélez, en el Hospital Civil de Málaga… Cuando salí de la facultad nunca pensé acabar en urgencias, no era lo que más me gustaba. Pero al final era donde había trabajo y siempre ha sido muy bueno para mí, porque me ha permitido una flexibilidad de horarios que me ha facilitado hacer muchas cosas más. Y, así, he podido dedicarme a lo que me gusta: la medicina social. Comencé entonces a trabajar con Médicos del Mundo, primero como voluntario de a pie para personas inmigrantes y personas en situación de prostitución y luego he ido poco a poco tomando más responsabilidad: he formado parte de la junta directiva andaluza, he sido representante de la asociación en Málaga y después durante dos años he sido miembro de la Junta Directiva Nacional y encargado de la red internacional de Médicos del Mundo. Un nuevo nivel de responsabilidad muy interesante, con mucho trabajo y que ahora he dejado porque tenía que parar un poco y hacer otras cosas más personales…

¿Por qué siempre quiso dedicarse a la medicina más social?

Es algo que tenía claro desde el principio. Cuando hice la carrera de Medicina en París, vi que había muchas cosas que hacer en sanidad. Y también que la medicina hospitalaria y liberal, el modelo de Francia, no me atraía, no le veía el punto. Había mucho trabajo por hacer para acercarnos a personas que no tenían el acceso a la salud como el resto de la población: inmigrantes, colectivos gitanos, personas con problemas de drogodependencia o prostitución… Poblaciones que están al margen y con las que sí creía que tenía cosas que hacer, más que instalarme en un barrio rico de París, algo que no me interesaba. Ahora en urgencias veo a todo tipo de población… Es un más trabajo “alimentario”, pero me gusta mucho y en este campo también hay mucha labor social. Además, trabajar en el sistema público de salud te da la oportunidad de tener una visión bastante amplia de lo que es la realidad de la gente y los problemas que hay de acceso a la salud.

¿Y cuál es la realidad de la población inmigrante que saca de su experiencia?

Es muy dura, sobre todo viendo la evolución desde que estoy aquí, hace diez años. Los problemas de acceso a la sanidad han estado desde el principio y sin embargo, desde mi visión de la sanidad francesa, en Andalucía creo que el nivel de acceso a la salud era mucho mejor que lo que podía haber vivido en Francia, donde había mucha más trabas. Aquí en Andalucía al menos había en general una voluntad política de que el acceso a la salud fuese universal. Desde Médicos del Mundo veíamos que eso era la teoría y la práctica no era así, que en muchas ocasiones había trabas y dificultades para las personas inmigrantes a la hora de acceder al sistema sanitario y por eso hemos luchado por denunciarlo y con Málaga Acoge hemos trabajado mucho conjuntamente. Ahora, veo que se está degradando todo de manera brutal y que las personas inmigrantes son las primeras personas tocadas por la crisis y tengo miedo de que sean los chivos expiatorios de esta situación, porque es lo que pasa en Francia. Allí vemos que hay partidos ya de extrema derecha que aprovechan la situación para poner el punto de mira a la población inmigrante y quiere hacerlos responsables de la crisis y la falta de trabajo, cuando los que conocemos un poco el tema sabemos que la realidad no es esta. Así que me da miedo ver que hace diez años veía a la población malagueña muy abierta a la mezcla y al intercambio, que no se escuchaba nada en la televisión malo… La visión de la inmigración era positiva y poco a poco ha ido llegando más miedo al extranjero, al diferente… Sobre todo por la televisión, que es lo peor que hay en este tema, porque vincula ideas de delincuencia o miedo muy rápidamente al a población. Y el discurso frente a los inmigrantes se ha ido haciendo más duro, algo que al principio no pasaba.

Quizás aquí también la integración se esté haciendo mejor que en otros países… ¿O no?

No sé, creo que la integración a la española me parece mejor que lo que se vive en Francia, donde hay guetos… Allí es una historia más antigua, eso sí, pero mira en todo lo que ha terminado y cómo está el tejido social en las ciudades francesas: Un centro hiper rico y en las afueras inmigrantes y pobres. Aquí no está la cosa tan marcada, hay más mezcla, no hay una población alrededor de la ciudad sin tener contacto con el centro, aunque está claro que hay barrios más marginales y empobrecidos que otros, pero sí que hay un poco más de mezcla.

¿Y qué aporta esa mezcla a una sociedad?

Muchísimas cosas. Aporta riqueza cultural, formas diferentes de ver las cosas… Una apertura a todo. El ser de otra cultura te hace reflexionar sobre tu manera de ver las cosas, pones en duda tus verdades, te das cuenta que hay personas que lo sienten todo de manera diferente y eso puede ser tan valioso como tu propio punto de vista. Y eso es muy bueno. Aporta también, según mi experiencia con colectivos inmigrantes y población gitana, cosas que hemos perdido nosotros: solidaridad. Una visión de la vida no tan individualista como la que tenemos en el primer mundo ahora. Y así, la mezcla aporta mucho en crecimiento de valores, ver gente que se juega la vida por vivir aquí, que luchan por vivir mejor… Eso te da una lección de vida a gente que, como yo, nunca he tenido problemas para salir adelante y que he sido muy privilegiado. Yo me siento un inmigrante muy privilegiado, porque soy aquí como un Europeo pero que no tengo una situación como la que tienen los que vienen de fuera de Europa y tienen muchos más problemas para su integración. En Málaga la gente está acostumbrada a ver extranjeros de toda Europa a venir de vacaciones, y uno más que menos… Les da igual.

Es algo que debería pasar con cualquier persona de cualquier nacionalidad…

Claro, tenemos muchas cosas en común, pero también cosas diferentes. Mírame a mí, hoy, diez años después de llegar aquí, sigo teniendo acento francés… Pero también he interiorizado cosas que, cuando voy a Francia, me hacen ver aquello de otra manera… Ya soy más de aquí que de allí. Yo nací en Francia, pero mi padre era médico militar cambiábamos de país cada tres o cuatro años, entonces yo nunca he vivido en Francia hasta que fui a estudiar la carrera de Medina, así que Francia para mí… No sé, no me supone una cosa muy importante. Es mi país, pero de la misma forma que me siento de aquí también o incluso de Marruecos, donde hay una gran parte de mi historia familiar o de aquellos países en los que he vivido.

¿Qué le parece la reforma sanitaria llevada a cabo por el Gobierno central?

Para mí la reforma sanitaria es la cosa más injusta y estúpida que he visto en todo el tiempo que estoy aquí. Como médico, persona, voluntario de una ONG… Siempre, desde todo los puntos de vista, es una barbaridad pensar que vamos a ahorrar algo impidiendo el acceso a la salud de una población que sabemos que está en una situación social más complicada y que seguramente le va a suponer un aumento de sus problemas de salud y que va a terminar también por llevar más problemas a la población general. Una barbaridad en términos de sanidad pública, de Derechos Humanos… La sanidad tiene que ser universal, es un derecho básico. Y quitar este derecho nos trae problemas a todos.

¿Y cree que la sociedad y las entidades sociales han mostrado suficiente rechazo a esta medida?

Yo he estado muy involucrado en todo el tema en contra de esta reforma y me parece que nos hemos movido bastante. De mi experiencia en Médicos del Mundo era la primera vez que veía tanto movimiento. Sí que la sociedad no se ha movido, porque como siempre, cuando toca a la población inmigrante… La gente piensa que no es lo suyo; pero todos sabemos que cuando una ley toca al a población inmigrante luego es casi una prueba para ver cómo aplicarlo a la población general, como estamos viendo ya en Madrid. Y sabemos hacia dónde quieren ir: hacia la privatización del sistema, hacia un sistema de doble velocidad, uno para los ricos y otra peor para los que no tienen dinero. Es la visión de la sanidad de un liberal, algo contra lo que siempre he querido luchar. Y me ha sorprendido mucho cómo los profesionales de salud se han involucrado y eso que es un gremio que para temas sociales le cuesta más moverse… Pero se ha visto que cuando se toca un derecho como la sanidad… La gente se mueve.

¿Cómo se puede animar a alguien a participar en un voluntariado?

Se le puede decir que hacen falta, porque si no se involucran nada va a cambiar y todo seguirá igual de desigual y dificultoso para una parte de la población. El voluntariado es muy importante para remover conciencias en la sociedad, para que la sociedad se mueva y, también, para ver una realidad que está ahí y con la que no siempre tienes contacto. Yo, en particular, sé que no podría haber podido contactar con gente relacionada con la prostitución, pero con la caravana de Médicos del Mundo he podido trabajar, ayudar, aprender de ellos… Son gente alucinante, estupenda, que se juegan la vida día a día, que sobreviven en condiciones increíbles, que tienen un gran sentido del humor… De la poca gente que me ha asombrado su capacidad de seguir adelante y su fuerza. Todo eso no lo habría vivido sin ser voluntario. Igual que me ha permitido conocer bien a la población gitana, por ejemplo. Te aporta una visión mucho más completa de todo.

Para acabar, ¿Qué es lo que más le ha sorprendido de Málaga en el tiempo que lleva aquí?

A mí me gusta todo aquí: he vivido en playa, pueblo, capital… No es el paraíso, como en ninguna parte, aunque a mí me gustan más los pueblos por la naturaleza que hay; y por la gente, con la acogida que me han dado siempre los vecinos. Málaga tiene esa cultura de haber visto pasar tantas culturas, una población tan mezclada, el puerto… Y lo que más me ha llamado la atención es la calidad de vida, eso no se encuentra en otro sitio… Todo es muy fácil aquí si no tienes problemas a nivel social o cultural. Y, por ejemplo, en Francia siempre hay barreras, hay que saltar muros antes de entablar contacto con la gente, mientras que aquí es muy fácil, aunque claro, también tiene su lado más superficial, pero lo prefiero. Igual que tener que esperar a la gente porque no son puntuales… Pero en fin, así son las cosas aquí… Hay un pasotismo muy difícil de llevar para un francés, pero es simplemente la cara más negativa de la alegría y la forma de relacionarse de la gente.

Por: Málaga Acoge

Comentarios

Hay mucha gente maja, pero....
Hay mucha gente maja, pero....

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_