¿A la medida de quién está hecha la reforma fiscal?
Por Susana Ruiz,responsable de Justicia Fiscal en Oxfam Intermón.
Sr. Ministro, a falta de conocer la letra pequeña de la reforma fiscal que esbozó el pasado viernes y que hoy hará pública con mensajes triunfalistas, no nos cabe duda de que no hay ningún afán redistributivo en su propuesta. Por ello no nos resistimos a plantearle algunas dudas.
¿ Cómo disminuirá su reforma la desigualdad? España es hoy el segundo país más desigual de Europa y donde más se ha incrementado la brecha entre los más ricos y los más pobres (según cifras de la OCDE). Un país en el que se siguen devaluando los salarios y el mercado laboral mantiene su fragilidad. Esta abrumadora realidad no es sin embargo una realidad inevitable. Una política fiscal eficaz y redistributiva podría corregirlo. Porque la política fiscal es mucho más que un ejercicio de pura contabilidad sobre cuánto ingresa y cuánto gasta el Estado, es “la” política pública que sienta las bases para avanzar hacia una mayor cohesión social. Ocasión perdida, nos tememos.
¿Qué quiere decir cuando habla de equidad? Hasta ahora, los más pobres han tenido que dedicar un 34% de sus ingresos al pago de todos los impuestos que les corresponden, mientras los más ricos dedican solo del 28%. El sistema reflejaba poca equidad y esta reforma va a ahondar en esta brecha. Las rebajas que usted ha anunciado no afectarán a los que menos tienen. A los más ricos, en cambio, les beneficiarán por vía doble: porque les corresponderá un tipo considerablemente inferior en el IRPF y aprovecharán también el menor gravamen sobre los dividendos del capital. Por tanto, el peso de la financiación pública va a seguir recayendo ante todo sobre las clases medias. Pero además, la rebaja de tipos en el IRPF no mejorará la renta disponible de las familias, que no verán compensados los retrocesos en la cobertura social y se verán obligadas a seguir afrontando un mayor gasto sobre todo en educación (un 22% según destacó la encuesta del INE ) y en sanidad (9,5%).
¿Por qué no se combate el fraude fiscal? No hemos oído ni una sola medida contra el fraude, más allá del listado de morosos, a pesar de que el nuestro es uno de los países con los niveles de fraude más elevados. Los 59.500 millones que deja de ingresar el Estado por esta vía (el 72% del cual lo realizan grandes empresas y fortunas), superan los 57.000 millones que se destinaron a sanidad entre todas las Comunidades Autónomas y la Administración central en 2014. Sin embargo no es una prioridad en su propuesta.
¿Y tampoco las grandes empresas van a pagar más? Es un auténtico escándalo que las grandes empresas, mediante artificios y privilegios, paguen tan poco (un 3,5%). Pero mayor escándalo es que se les premie con una bajada del 30% al 25% que no parece vaya a tener más efecto que lograr que paguen aún menos, porque tampoco se aborda en profundidad la racionalización de beneficios fiscales a los que se acogen (7,5 veces superiores a los impuestos que pagan). La definición de un tipo único para grandes, medianas y pequeñas empresas, Sr. Ministro, acaba de un plumazo con la leve progresividad que había en el impuesto de sociedades. También se han quedado fuera las ETVE, figura que es un auténtico regalo para la inversión extranjera y hace que muchos países nos consideren como un verdadero paraíso fiscal. Según nuestro último informe, Tanto tienes, ¿tanto pagas? las grandes empresas apenas aportan un 1,98% del total recaudado, mientras las familias soportan más del 90% del esfuerzo. La desproporción no se corrige con la reforma fiscal.
¿Cómo pretende, entonces, financiar la inversión pública en políticas sociales?
La rebaja anunciada en el IRPF sería de un 12,5% en promedio, lo que supondría dejar de recaudar casi 9.000 millones. Pero los cálculos del gobierno no van más allá de los 4.800 millones en el primer año a los que hay que sumar los 2.500 millones que no se recaudarán en el impuesto de sociedades. A pesar de lo que Vd. dice, parece imposible no anticipar que con esta reforma se incumplirá aún más el objetivo de reducción del déficit. ¿Será que nos esperan entonces mayores recortes, en particular en políticas sociales, ni qué hablar de la ya maltrecha cooperación al desarrollo?
En resumen, parece que sólo los más ricos salen ganando. Los ricos, cada vez más ricos, pagarán menos impuestos. Los pobres, cada vez más pobres, seguirán sin tener acceso a una política pública que de verdad apueste por la reducción de la desigualdad y por frenar la exclusión.
Permítanos entonces que le preguntemos: si no va a generar mayor recaudación, no va a garantizar la capacidad redistributiva y no modela un Estado más cohesionado y social ¿a la medida de quién está pensada esta reforma fiscal?
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