¿Despierta África?
Esta entrada ha sido escrita desde Nairobi (Kenia) por nuestro colaboradorAlex Prats.
Foto: Banco Mundial.
Después de más de una década de intenso crecimiento económico, parece ser que el afropesimismo que imperó en los años ochenta y noventa del siglo pasado ha dado lugar a una visión mucho más optimista sobre el presente y futuro del continente africano.
Sin embargo, según un informe publicado recientemente por Christian Aid y Tax Justice Network- Africa, a pesar de que en muchos países se ha logrado avances en la lucha contra la pobreza, el progreso alcanzado es decepcionante si se compara con la riqueza generada. ¿La razón? Tras años de crecimiento sostenido, los ricos son más ricos y los pobres son más pobres.
En Nigeria, Ghana y Suráfrica, tres de los países que han experimentado un mayor crecimiento económico, la diferencia entre los ingresos del 10% más rico de la población y el 40% más pobre (el denominado índice Palma) ha aumentado de forma significativa en los últimos quince años. En Suráfrica, por ejemplo, el 10% más rico tiene hoy siete veces más ingresos que el 40% de la población de la población más pobre (contra 5.6 veces más en 1993).
Por otro lado, la idea de que en muchos países africanos se está desarrollando una clase media no parece estar apoyada por los datos. De acuerdo con el informe, solamente el 4% de la población Africana tiene ingresos superiores a 10 dólares al día.
Son cada vez más quienes han venido alertando acerca de las limitaciones que el modelo de crecimiento establecido tiene para lograr reducir la pobreza. Algunas organizaciones han denunciado el excesivo énfasis en la atracción de inversión directa extranjera, la explotación abusiva de recursos naturales como minería, gas y petróleo y el crecimiento basado en las exportaciones, a menudo a costa del desarrollo del sector agrícola, la creación de puestos de trabajo de más calidad, el crecimiento de la demanda interna y el desarrollo de empresas africanas.
Otro de los desafíos importantes en muchos países del continente es lograr que los que más tienen paguen los impuestos que les corresponde. Kenia ofrece en este sentido algunos de los ejemplos más llamativos. Por un lado, según el informe de CA y TJN-A, de las más de 40,000 personas residentes con ‘muy elevado poder adquisitivo’ (High Net Worth Individuals), solamente 100 pagan impuestos sobre la renta; por otro lado, sin embargo, el gobierno decidió en 2012 aplicar un impuesto a las transferencias de dinero realizadas a través del teléfono móvil – el sistema conocido como Mpesa -, muy utilizado por los segmentos más pobres de la población.
El crecimiento de la desigualdad en África – así como en Europa- debería ser un motivo de preocupación. La desigualdad económica suele propiciar la desigualdad en las relaciones de poder, de forma que aquellos que más riqueza poseen suelen ser también los que más acceso tienen al poder político, el cual utilizan para definir las reglas del juego que más les convienen. Se establece así un círculo vicioso cada vez más difícil de romper. Volviendo a Kenia: durante años, las personas más ricas y poderosas del país han utilizado su influencia para bloquear la introducción de nuevos impuestos sobre la propiedad; mientras tanto, el 20% más pobre de la población consumió menos en 2005, en términos absolutos, de lo que lo hizo en 1997.
Pero la riqueza generada en África en la última década no solo beneficia a las elites africanas. Un informe reciente de Jersey Finance revela que el volumen de depósitos africanos en la isla de Jersey es de 9.400 millones de libras esterlinas (comparado con 3.000 millones de procedencia china). Así pues, el Reino Unido y un pequeño número de millonarios africanos se benefician de las ventajas y facilidades ofrecidas por los paraísos fiscales; los perdedores son la mayoría de ciudadanas y ciudadanos de África.
Lamentablemente, los ejemplos de los estragos causados por la desigualdad abundan. En agosto del 2012, en Suráfrica, la policía asesinó a 34 mineros que trabajaban en la mina de Marikana, tras una revuelta en la que los trabajadores denunciaron sus deplorables condiciones de vida y trabajo.
‘No nos cansamos de repetir que el progreso realizado en África sigue siendo demasiado lento y desigual; que demasiados africanos y africanas permanecen atrapados en una espiral de pobreza, inseguridad y marginalización; que demasiados pocos se benefician del crecimiento logrado; que una parte demasiado grande de la riqueza africana en recursos naturales sigue en manos de elites, y cada vez más, de inversores financieros, sin que esa riqueza se transforme en beneficios tangibles para las gentes de África.’ Son palabras de Kofi Annan, Chair del Africa Progress Panel.
Estamos ante una carrera en la que unos cuantos toman la salida ya adelantados, mientras que el resto no solo sale desde más atrás, sino que lo hace con pesas atadas en cada tobillo.
Difícilmente podremos acabar con las dinámicas que perpetúan la pobreza si antes no somos capaces de comprender y cambiar las dinámicas que permiten la creciente concentración de la riqueza.
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