Un restaurante de comida reciclada
Por Elizabeth Ramírez Restrepo En el café The Real Junk Food Project de la calle Chapel Lane en la ciudad inglesa de Leeds, en el este de Yorkshire, el menú varía todos los días. Este sitio se abastece de los alimentos desechados diariamente por supermercados, granjas, hogares y cadenas de restaurantes como Nando’s. “Nosotros solo cocinamos lo que recibimos, y si carecemos de algo, pedimos rápidamente donaciones”, explica su propietario, Adam Smith, a través de un correo electrónico que, impresionado por la cantidad de comida perecedera que termina en la basura, decidió en febrero de 2013 reciclarla y regalarla. Un estudio del Circular Economy & Resource Efficiency Experts (WRAP) publicado en noviembre de 2013 explica que las autoridades alcanzaron a recoger 4.670 millones de toneladas de alimentos desechados por los hogares ingleses en 2012.
En el interior del café 30 voluntarios, en su mayoría jóvenes universitarios de pregrado que trabajan por turnos dependiendo de sus horarios académicos, atienden a una media de entre 100 y 150 personas a la semana. El visitante no está obligado a pagar, por lo cual cada uno deja por propina lo que considere conveniente. Una política de consumo similar a la que sigue el restaurante australiano Lentil as Anything (Melbourne) pay-as-you-feel (en castellano: pague lo que considere), donde camareros y cocineros de todos los rincones del mundo tampoco cobran por su trabajo.
Según los datos de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura del año pasado “un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano se pierden o desperdician, alrededor de 1.300 millones de toneladas. Esto significa un coste de unos 750.000 millones de dólares anuales. Si reducimos las pérdidas y el desperdicio de alimentos a cero, podríamos alimentar a 2.000 millones de personas más”. En toda Europa se tiran a la basura 89 millones de toneladas. El informe de la Comisión de 2010 pone a la cabeza a Alemania (10,3 Tm), Holanda (9,4 Tm), Francia (9 Tm), Polonia (8,9 Tm) e Italia (8,8 Tm). España es el sexto país de la EU que más despilfarra, con 7,7 millones de toneladas de alimentos aptos para su consumición desperdiciados al año —esto se traduce en una media de 163 kilos por persona—.
Tristram Stuart, que ganó el Premio Internacional de Medio Ambiente llamado The Sophie Prize 2011 por su lucha contra el despilfarro de productos frescos en las granjas inglesas, califica por teléfono a The Real Junk Food Project como uno de los más recientes ejemplos para reducir el hambre. Es además, dice este profesor de Historia Medioambiental en la Universidad de Sussex, una buena forma de hacer público el actual problema global de desperdicio de alimentos.
Stuart dedica su tiempo a trabajar en diversos países en pos de mejorar el aprovechamiento de los alimentos desde la primera fase de producción. El proyecto más sonado por el momento es el Feeding the 5000, llevado a cabo en una zona rural de Inglaterra. Acompañado de grupos de voluntarios, granjeros y organizaciones de caridad, impulsa las buenas prácticas agrícolas a través de dos iniciativas: Gleaning Network UK y The pig idea. En la primera, según datos de su portal web, “en 18 días 200 voluntarios recogieron al menos 48 toneladas de comida que iba a ser desechada, entre vegetales y frutas —similares a 200.000 platos de comida—. Los voluntarios de Gleaning Network UK visitan regularmente los campos de Manchester, Bristol, Brighton, Cambridge, London o Kent. Una cifra que salta a los ojos son las 11 toneladas de calabazas recolectadas de una sola granja en Southampton el 9 de noviembre de 2013.
Manzanas, peras, ciruelas, fresas, coliflores, coles, lechugas o calabazas son los productos que más desechan los granjeros, ya sea porque no alcanzan los altos estándares comerciales o por los índices de sobreproducción. Alimentos que los activistas ambientales Adam Smith o Tristram Stuart califican de aptos para su consumo.
El segundo pilar de la campaña Feeding the 5000, llamado The pig idea, promueve las buenas prácticas de reutilización de restos de comida legalmente permitida para nutrir a los cerdos. Estos luchan también por derogar la ley de la UE que prohíbe la alimentación de estos animales a base de desechos de cocina con el fin de reducir, según explica su portal web, la dependencia de cereales importados.
Un manifiesto publicado por la Plataforma de Aprovechamiento de alimentos de Barcelona de febrero señalaba que “el modelo de producción, aprovisionamiento, distribución y consumo de alimentos actual ha sido incapaz de resolver los problemas de seguridad y de soberanía alimentaria del conjunto de la población mundial. Casi 900 millones de personas sufren una dieta insuficiente y pobre, mientras un tercio de la población del primer mundo sufre obesidad debido a una ingesta excesiva o inadecuada”. La portavoz de la Plataforma, Gaby Susanna, enfatiza por teléfono que el objetivo de la organización siempre ha sido “sumar esfuerzos y crear alianzas entre todos los que están luchando contra el despilfarro”.
En dicha publicación reza también que “la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura calcula que un tercio de los alimentos producidos se pierden en el tránsito desde la producción agraria hasta los consumidores. En los países menos desarrollados el derroche alimentario es más evidente en la producción agrícola y en la conservación de los alimentos. En los países más desarrollados el derroche está más presente en la producción agroindustrial, la distribución y en los consumidores finales”.
Adam Smith concuerda con Sussana en decir que su intención es “que todos los negocios alimenticios y organizaciones sean conscientes de los miles de kilogramos de comida que tiran en el vertedero”. Según Smith, “por cada tonelada de alimentos recibidos sus cocineros elaboran 400 platos de comida”.
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