Eslalon urbano
Soy madrileño desde que arribé en la capital en mayo de 1968, procedente de Bata (Guinea Ecuatorial), y desde entonces nunca la abandoné. Desde hace unos pocos años constato un nuevo fenómeno que denomino “slalom urbano” que consiste en “esquivar o superar los obstáculos diversos que bares, cafeterías y restaurantes ponen al paso de los transeúntes por las aceras en forma de sillas, mesas, rótulos anunciadores, mamparas, macetas, grandes televisiones de plasma, etc.”, con el fin de animar al público al consumo hostelero. Nunca antes se había dado con tanta fuerza y descaro como tiempos actuales. Se han juntado el hambre con las ganas de comer, por un lado el hambre recaudatorio del Ayuntamiento por pagar su cuantiosísima deuda y, por otro, las ganas de comer de los empresarios hosteleros por mejorar sus márgenes de beneficio. He visto como mesas y sillas de un local concreto se han “extendido” por la acera cual mancha de aceite. El malestar se agrava cuando quien transita tiene impedida parcial o totalmente su movilidad (silla de ruedas, muletas, ancianos con bastón, cochecito de bebé, etc.).
Si a lo anterior añadimos que durante no pocas horas del día las mesas están vacías de clientela, ¿es razonable que unos muchos padezcan molestias para que unos pocos disfruten un rato?— Juan Manuel Granados Dávila.
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