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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Adiós a las pelotas de goma

Entra en vigor el mandato parlamentario que prohíbe a los Mossos d'Esquadra utilizar los controvertidos proyectiles

Soledad Calés

Desde el pasado miércoles día 30, el uso de pelotas de goma contra manifestantes ha quedado proscrito en Cataluña por mandato del Parlamento. Los Mossos d’Esquadra no podrán utilizar este instrumento de disuasión que deja tras de sí una larga lista de damnificados: seis personas han perdido un ojo, dos han perdido el bazo, otra la capacidad auditiva de un oído y otra ha sufrido una necrosis de tejido cardiaco. Los mandos de los Mossos se han aferrado a esta herramienta que permite a los agentes mantener una protectora distancia del lugar donde se producen incidentes a costa de un mayor riesgo de daños, no solo para quienes se manifiestan, sino para cualquiera que pase por el lugar.

Aparte de la fuerza excesiva de su impacto, el problema de las balas de goma es que su trayectoria es muy aleatoria y no se pueden controlar sus efectos. Una vez disparadas es difícil determinar dónde irán y de hecho, algunos daños se produjeron por rebotes. La prohibición es un triunfo de la plataforma Stop Bales de Goma, pero es un triunfo amargo, pues hizo falta mucho sufrimiento para lograr que se admitiera lo que era evidente desde el primer momento.

La plataforma fue impulsada por Jordi Naval, ingeniero de telecomunicaciones que perdió un ojo tras la victoria del Barça en la Champions en 2009, y por Nicola Tanno, que perdió el suyo en otra celebración deportiva, la del Mundial de Fútbol de 2010. Pero la puntilla a las balas de goma se la ha dado Ester Quintana, una trabajadora en paro que perdió su ojo tras la manifestación de la huelga general de noviembre de 2012.

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El proceso no solo ha puesto de manifiesto que el impulso ciudadano de una reclamación puede ser efectivo, sino que ha dejado en evidencia torticeras maniobras por parte de las autoridades catalanas. Los responsables de Interior trataron de desacreditar la versión de Quintana negando enfáticamente que los Mossos hubieran utilizado balas de goma en esa manifestación. Diversos testigos y hasta un vídeo demostraron que sí se habían utilizado. Hasta seis veces cambió el consejero de Interior su versión de los hechos. La prohibición es una victoria moral de esta mujer, que supo dotar a su protagonismo político de una gran dignidad.

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