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Coordinado por Lola Huete Machado

Nigeria y la crisis del desempleo juvenil

La policia disuelve una manifestación de protesta de los estudiantes en Abuja el 29 de abril /AFP
La policia disuelve una manifestación de protesta de los estudiantes en Abuja el 29 de abril /AFP

Por Chido Onumah (*)

Versión en inglés

Hace algunas semanas, unos días después de conocerse los nuevos datos del PIB de Nigeria, el periódico The Punch publicaba en su primera página la escalofriante historia de un joven nigeriano en paro, Sunday Omotayo, que intentó suicidarse. 

La fotografía que acompañaba esta terrible noticia mostraba a Omotayo tumbado en el suelo de Wellington Bassey Way en Uyo, estado de Akwa Ibom, después de haber saltado de un autobús Toyota Hiace en marcha, con la intención de ser arrollado por otros vehículos. De acuerdo con The Punch, “Omotayo había acudido esa misma mañana al centro penitenciario estatal pidiendo a los funcionarios que, o bien le mataran o le culparan de haber cometido un delito para así entrar en prisión”. De acuerdo con el relato de dicho diario, el joven gritaba “dispárenme. Dispárenme. Quiero morir. Estoy cansado de vivir”.

La historia de Omotayo es desgarradora y dolorosa al mismo tiempo. Diez años después de haber obtenido un grado en ingeniera y de buscar trabajo por todo el país,el joven había decidido que había llegado la hora de “acabar con su miserable vida”. 

Algunos pensaban que la actuación de Otomayo obedecía a un interés personal. Podría ser. Pero, en todo caso, Otomayo no solo ha conseguidollamar la atención sobre su persona, sino también sobre el trágico y preocupante fenómeno del parojuvenil en Nigeria. Algo que debería ser un motivo de preocupación para los responsables económicos de nuestro país.

Por primera vez desde hace un cuarto de siglo,este crecimiento del PIB demuestra que la economía de Nigeria casi se ha duplicado pasando de los 42 billones de nairas (262 mil millones de dólares), a los 80 billones de nairas (500 mil millones de dólares), superando de ese modo a la de Sudáfrica. Y aunque los datos estadísticos y económicos coinciden, el aumento del valor total de los bienes y servicios que produce el país –que es lo que ha dado lugar a uncrecimiento del PIB-, no se traduce en un mayor bienestar para los nigerianos, y en particular para los jóvenes en paro.

Por tanto, ¿qué se puede hacer en Nigeria para resolver el apremiante problema del desempleo juvenil de tal forma que no formemos un ejército de jóvenes desesperanzados que podrían convertirse en peones en manos de terroristas y de extremistas religiosos de cualquier tipo?

La ministra de Finanzas y coordinadora del Ministerio de Economía, Ngozi Okonjo-Iweala, se muestra optimista ante estos nuevos indicadores económicos. De acuerdo con sus palabras, los datos disponibles muestran que de un promedio de 1.8 millones de personas que entran en el mercado del trabajo cada año, la economía ha sido capaz de absorber 1.6 millones en 2013.

Sin embargo, la realidad de esta situación difiere por completo de las formidables cifrasque maneja la ministra Okonjo-Iweala. Más allá de la retórica, estaría bien ver un desglose sectorial de estos nuevos trabajos y sus beneficiarios. Ya es hora de que en Nigeria se empiece a hablar con seriedadde la creación de empleo. El pasado mes de marzo, tras el trágico suceso que se produjo en el Servicio de Inmigración de Nigeria (NIS, por sus siglas en inglés) con motivo de unas entrevistas de trabajo, plantee las siguientes cuestiones: ¿Qué se necesita realmente en un país como Nigeria, con una enorme superficie de terreno cultivable y recursos naturales, para facilitar trabajo a millones de jóvenes? ¿Qué se necesita para crear unentorno estableen el que las industrias basadas en la agricultura y la tecnologíapuedan prosperar?

Está claro que el deseo y la buena voluntad de los responsables políticos no es suficiente. Hace casi treinta años, el general Ibrahim Babangida implantó el Programa de Ajuste Estructural (SAP, por sus siglas en inglés), que con el tiempo ha dado como resultado una disminución de la capacidad de fabricación de las industrias locales.Sucesivas administraciones han sido incapaces de poner en marcha importantesprogramas, racionales y bien pensados para industrializar el país y de ese modo abordar el asunto del desempleo.

En su lugar, en una constante y sistemática demostración deineptitud, estos malditos gobiernos han conseguido durante añosque las empresas locales y extranjeras, que garantizaban hasta ahora un medio de vida para un gran porcentaje de la clase trabajadora, hayan desaparecido o se hayan reubicado en otros lugares.

Debido a lasasfixiantes medidas económicasque se suceden continuamente, y a la desastrosa ausencia de infraestructuras básicas consideradas imprescindibles encualquier otra nación con menores recursos económicos, muchas empresas han tenido que trasladarse, cerrar completamente sus puertas y vender sus almacenes a comerciantes del pentecostalismo que han convertido estos lugares,otrora bulliciosos centros de trabajo, en centros de culto.

Tan mal está la situación en este país que hoy día importamos de todo, desde palillos de dientes hasta cerillas y no exportamos nada, salvo petróleo que luego recuperamosen forma de productos refinados. Desde luego, no podremos crear suficientes puestos de trabajo que saquen a nuestro pueblo de la pobreza mientras no desarrollemos una solida estructura industrial o aprovechemoslas ventajas que ofrece actualmente la agricultura. No podremos crear puestos de trabajo mientras no exista un entorno adecuado: carreteras, ausencia de cortes de energía eléctrica, un régimen fiscal justo,etc. Estas son algunas de las reformas que requieren urgente atención.

Mientras escribía este artículo, busqué la opinión de un grupo de jóvenes nigerianos acerca de lo que podemos hacer para frenar la oleada de paro juvenil. Los comentarios que recibí me parecieron apasionantes.

Pero antes de exponer esas respuestas, permítanme decir que no tengo ninguna esperanza en que la solución de nuestros problemas pase por acabar con nuestroactual sistema –ni por la transfiguración de sus valores-, ya que lo único que busca es denigrarnos como seres humanos y convertir al pueblo nigeriano en objetos prescindibles del desarrollo neocolonial. Solamente una clase política consciente de su papel histórico nos puede sacar de la esclavitud.

En respuesta a mi solicitud, un estudiante se mostraba partidario de trabajar mientras se estudia. En su opinión, los centros de estudios (universidades, escuelas politécnicas y colegios de enseñanza secundaria), tienen un sinfín de posibilidadespara emplear a auxiliares de bibliotecas y de librerías,a ayudantes de comedoresescolares, a administrativos de albergues estudiantiles, etc. Podría ser una buenaoportunidad para que los jóvenes empiecen a trabajar temprano permitiéndoles de ese modo sufragar sus gastos educativos y conseguir una valiosa experiencia laboral.

Este experimento, que ya se realiza en Europa y Estados Unidos, ha demostrado su funcionamiento y puede ser de gran ayuda para que los estudiantes no solo se paguen sus propios estudios sino también para tener un dinero ahorrado después de la carrera. No obstante, esto significaría que las universidades han de permanecer convenientemente abiertas: un grupo de estudiantes universitarios reanudaron recientemente las clases después de varios meses de protestas mientras que sus homólogos de las escuelas politécnicasaun siguen en huelga. Además, debe haber una gran inversión en infraestructuras que asegure que cada facultad tenga, por ejemplo, su propia biblioteca bien equipada y funcional (en lugar de una sola biblioteca por universidad).

Algunos de los entrevistados hablaron de fomentar y apoyar a los jóvenes recién licenciados para poner en marcha proyectos en el sector pesquero. Teniendo en cuenta nuestra reciente afición por la pesca, esto suena a empresa rentable. Además, nos aseguraríamos de que gracias al florecimiento de negocios de ese tipo por todo el país, la sopa de pescado con pimiento o su versión más apetitosa para algunos,“apunta y mata”, dejaría de convertirse en un pasatiempo solo para una élite.

¡Si solo los jóvenes licenciados pudieran obtener un préstamo para iniciar su negocio! Desgraciadamente todos sabemos que es muy poco probable que esto suceda. Es decir, si tienen dinero disponible, los bancos prefieren prestarlo a empresarios y políticos corruptos antes que a un prometedor joven titulado. Nuestro perverso sistema permite que una gran parte del dinero que debería estar circulando para la actividad económica esté cuidadosamente escondido en dólares, euros y libras esterlinas y en los dormitorios y otro tipo de instalaciones de las casas palaciegas que se encuentran por todo el país.

Como era de esperar, la mayoría de las propuestas de los jóvenes nigerianos se centraban en la agricultura. Algunos sugerían que era preferible que nuestros licenciados y los jóvenes en paro envasaran huevos, recogieran fruta y ordeñaran vacas antes que ponerse a vender tarjetas de recarga para móviles.

Desde luego, si se invirtiera adecuadamente en agricultura, nuestros jóvenes podrían hacermejores cosas que eso. El año pasado, mientras preparaba un nuevo libro, tuve el privilegio de charlar con uno de los pocos políticos respetados en este país. Me contó que durante una visita a la India descubrió que en un solo estado tenían cerca de 50.000 tractores para asegurarse de que ningún espacio de terreno se quedara sin cultivar.

Me acuerdo de aquella conversación en estos momentos y ¡lo único que me viene a la cabeza es empleos y más empleos para nuestros jóvenes! A propósito de ese argumento, y comparando el tamaño y la población de Nigeria con el de la India, imaginemos que Nigeria presume de tener 20.000 tractores en cada estado. Eso significaría que habría 20.000 personas manejando esos tractores. Habría ingenieros, técnicos y muchos otros profesionales cuyos trabajos dependerían de los tractores.

La conclusión es que nuestro actual modelo de desarrollo económico no puede mantener el crecimiento. Si a esto le añadimos una clase política corrupta, antipatriota y carente de ideas, entonces entenderemos por qué no conseguimos progresar.

El único argumento a favor del aumento del PIB es que supone una oportunidad para la inversión extranjera directa. Pero necesitamos hacer muchas reformas para que nuestra economía crezca, proporcionar puestos de trabajo a nuestros jóvenes y sacar a nuestro pueblo de la vergonzosa pobreza.

(*) Chido Onumah es periodista nigeriano. Actualmente cursa un doctorado en Comunicación y Periodismo en la Universidad Autónoma de Barcelona. Además, es autor de Nigeria is negotiable, Essays on Nigeria’s Tortuous Road to Democracy and Nationhood. Twitter @conumah

Traducción de Virginia Solans

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