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Martha Mokoene, de 74 años, vive con un hijo y tres nietos en una barraca vecina a la de su sobrina. Recibe una ayuda social mínima de apenas 1000 rands mensuales, su casa es una más entre las casas de lata, sin agua corriente ni electricidad de Sebokeng, uno de los guetos heredados por el apartheid en Sudáfrica.
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Guetos de hojalata

La vida en los poblados carece en muchas ocasiones de cualquier servicio, como luz y agua

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