La ballena nipona
En unos días, el Tribunal Supremo de Naciones Unidas emitirá una sentencia que puede salvar a miles de ballenas de un consumo comercial camuflado en investigación japonesa.
La prohibición de la caza de ballenas es casi universal salvo por dos países, consolidadas democracias, Japón e Islandia. Aquel, celoso de sus tradiciones, contiene la respiración en espera del veredicto de la Corte Internacional de Justicia frente a Australia. Tradicionalmente no es un tribunal progresista sino más bien diplomático que respeta los ámbitos nacionales sin sentencias radicales ni sensacionalistas. Es hora de cambiar esa tradición y proteger estas majestuosas criaturas milenarias de espurios intereses comerciales.— Luis Peraza Parga.
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