El adiós a Adolfo Suárez
Recuerdo aquellos años de ilusión y esperanza. Pensábamos que era posible mejorar la sociedad. Yo leía con entusiasmo Cuadernos para el diálogo, Cambio 16 y este periódico desde su primer número. Escuchaba con avidez las tertulias políticas. En algún momento pensé, incluso, que la política servía para mejorar la vida de la ciudadanía. Discutía con vehemencia sobre temas de actualidad. A la hora de votar, mi madre dijo que como su padre era de izquierdas y su madre de derechas, ella votaría al “centro”. Yo también voté al centro. Cuando Suárez se fue no supe a quién votar durante mucho tiempo. Luego, obligada a escoger entre lo malo y lo peor, voté en contra de los que me parecían peores.
Ahora todos me parecen peores. Seguramente es injusto generalizar sobre un colectivo, pero sin el consentimiento o el silencio de los honrados, no sería posible la corrupción y la mentira imperantes. El que calla otorga.— Alicia Recio del Pozo. Madrid.
Primero nos sorprendió a todos en aquel cartel propagandístico de las elecciones casi plebiscitarias de noviembre de 2012, cuando apareció emulando al actor Charlton Heston en Los Diez Mandamientos, como Moisés guiando a su pueblo en la travesía del desierto. Posteriormente y con motivo de las conmemoraciones sobre el líder antirracista Martin Luther King, también se comparó con él y proclamó que la lucha por la libertad de los afroamericanos era igual que la de los catalanes. Visitó la India y se comparó personalmente con Ghandi y su lucha contra los colonizadores británicos. Posteriormente y con motivo del centenario del líder sudafricano Nelson Mandela, también se comparó con él y equiparó la lucha de los negros sudafricanos contra la opresión de los blancos, con la de los catalanes contra la opresora España. El pasado día 23, se presentó en Madrid para rendir homenaje a Adolfo Suárez y, como era de esperar, también convocó a la prensa para manifestar su admiración por el finado, que también, como él, había tenido que luchar mucho contra todos, pero que con valentía había logrado imponer sus ideas. La próxima transmutación la ignoramos, pero mucho nos tememos que durante las fiestas del 2 de mayo en Madrid, aparezca como Daoiz y Velarde en defensa de la independencia.
No obstante, se le olvida un detalle. Su admirado Adolfo Suárez, efectivamente, fue un valiente que sin transgredir ninguna norma jurídica, convenció a las Cortes franquistas para que éstas aprobaran su reforma política, base de nuestra actual democracia. El señor Mas no tiene la valentía de defender su proyecto independentista ante unas Cortes democráticas. Envía a unos mensajeros.— Valentín Sánchez García. Mataró, Barcelona.
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