_
_
_
_
Migrados
Coordinado por Lola Hierro

22M: Protestas con eme de inMigración

Lola Hierro

Las marchas por la dignidad salieron de ciudades de toda España y confluyeron en Madrid el 22 de marzo o 22M, día en que miles de personas unieron sus voces para clamar contra las políticas de austeridad y los recortes en derechos(dos millones según los organizadores). Las ocho marchas llegaron el viernes a pie por las seis carreteras nacionales que confluyen en la capital, pero a ellas hay que sumar todos los que se desplazaron en autobuses, trenes o coches desde diversas provincias de España y a los miles de madrileños que se incorporaron.

Entre los asistentes había reivindicaciones de toda clase: desde la derogación de las leyes del aborto y de la de seguridad ciudadana o ley mordaza, hasta el cierre de los Centros de Internamiento de Extranjeros o el fin de los desahucios, del paro y de la corrupción política. Todas estas razones, motivos y quejas fueron apoyadas tanto españoles como por inmigrantes de diversas nacionalidades, igual o más afectados por la crisis económica y los recortes. En el escenario montado en la plaza de Colón, bajo un cartel de grandes dimensiones en el que se leía la palabra "dignidad" en todas la lenguas oficiales del Estado, algunas de las personas que se dirigieron al público tambien se acordaron de los inmigrantes que están en España y, en concreto, de los 15 que murieron ahogados en Ceuta en febrero. "Hoy en Ceuta hay 15 lápidas sin nombre. Que eso no impida conocer la verdad", clamó un portavoz por la megafonía."No fueron muertes, fue un asesinato" y"ningún ser humano es ilegal" fueron algunos de los himnos que se elevaron por encima del resto de voces.

Las marchas por la dignidad fueron un grito unitario contra el sistema actual por parte de personas de todos los orígenes. Estas son algunas que, sin ser españolas, sienten el país como suyo y por eso protestaron hombro con hombro con el resto de ciudadanos.

Manuel Fernández, República Dominicana

Manuel Fernández. / L. H.

Vino a estudiar a Madrid en el año 66, cuando España todavía estaba bajo el régimen de Franco. "Recuerdo la lucha en la universidad y las asambleas que teníamos continuamente contra el régimen", afirma. Manuel cree que estamos volviendo a la misma situación que se vivía durante la dictadura, pero piensa también que no se lucha lo suficiente. "Hemos perdido muchos derechos, cada día perdemos más y no me parece bien. Hay que luchar y hay que solidarizarse con todos. Hacer lo que sea que ayude a acabar con este gobierno. Más que gobernarnos, no está desgobernando".

Sofía Perdomo, Venezuela

Sofía Perdomo. / L. H.

El padre de Sofía es músico y hace 12 años decidió trasladarse a España durante cinco meses para probar suerte. "El plan era estar un año, pero al final mi padre decidió que nos quedábamos para siempre", cuenta Sofía, estudiante venezolana de segundo de Bachillerato. Sofía afirma que no se pierde ninguna manifestación, pero reconoce que está perdiendo la ilusión poco a poco. "Vengo porque me siento mal quedándome en casa cuando sé que hay tanta gente que sale a la calle con ganas de cambiar las cosas. Lo que pasa es que, cuando ya estoy aquí, me pregunto si esto sirve para algo", reflexiona. A su familia no le ha afectado demasiado la mala situación económica del país, cree, porque ellos "siempre" están en crisis. "Se puede decir que incluso estamos mejor ahora que antes", dice la joven, que vive con su madre que trabaja de asistenta.

Louis Méndez, Guinea Bissau

Louis Méndez. / L. H.

Louis lleva once años en España y formó parte de las marchas del 22M porque cree que los problemas de España afectan a todos por igual. Él es una persona especialmente golpeada por la crisis, ya que está a punto de ser desahuciado. Tiene una casa en Madrid, pero como perdió el trabajo hace dos años y, por tanto, dejo de poder pagar los 1.350 euros de la letra, el banco le ha dado 30 días para abandonarla o será desahuciado. "Tenía la casa avalada con una parcela que tenía en Guadalajara, pero ya me la han quitado también", lamenta. Louis se ha puesto en manos de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), cuyos servicios jurídicos están preparando un recurso para que el banco no se quede con su vivienda.

Cristian Anghel, Rumanía

Cristian Anghel. / L. H.

"Vine hace siete años de visita y al final me quedé para trabajar, pero como se jodió la cosa me fui al paro hace año y medio", dice Cristian Anghel. Es electricista y para sobrevivir hace chapuzas donde y cuándo puede. El tiempo libre se lo dedica a la ONG Greenpeace, que en los últimos meses se ha centrado en protestar contra la ley de Seguridad Ciudadana o 'ley mordaza'. Con ellos estaa poniendo la una mordaza amarilla a la estatua de Botero que hay en la plaza de Colón, igual que han hecho con otras esculturas de todo el país. Cristian piensa que la situación actual de España es muy similar a la que vivía su país, Rumanía, hace diez años. "Tanta corrupción, tanta gente en paro... antes Rumanía era mala, pero ahora España también lo es", protestó.

Gloria Lauye, Uruguay

Gloria Lahuye. / L. H.

Acompañada de su esposo y su hijo, Gloria acudió a la concentración del 22M igual que ha ido a otras muchas realizadas anteriormente. "Creo que la gente está bastante necesitada de pedir cambios y de protestar", opina. Llegados a España hace once años, Gloria se ha ganado la vida dando clases particulares y, aunque ha pasado temporadas en paro, ahora tiene un trabajo. Cree que la crisis no le ha afectado tanto porque no ha contraído deudas, y aunque lamenta que es muy difícil encontrar un empleo estable, sabe que hay miles de personas que lo están pasando mucho peor. "Vivo de alquiler y nunca he pedido un crédito, pero si tuviera una hipoteca o deudas, sería otra situación", reconoce.

Ronald Cuadros, Perú

Roland Cuadros. / L. H.

Llegó a España a los 14 años y, ahora con 30, acudió a las marchas porque lo considera algo "casi obligatorio. "Hay que venir, estamos todos jodidos y tenemos que demostrar que el pueblo no está de acuerdo con el Gobierno, y que aunque no vayamos a cambiar nada hoy, hay muchos que sí lo quieren". Ronald conoce a varios compatriotas que ya han vuelto a su país porque su situación se había vuelto insostenible en España, pero su familia, de momento, no planea hacer las maletas. "Conozco varias familias que querrían irse pero tienen pisos e hipotecas muy jodidas de pagar y no pueden marcharse porque les quedaría aquí una gran deuda; están atados", explica. Este limeño estudió carpintería y aluminio, y asegura que lleva años sin trabajar con contrato. "Ahora limpio clínicas dentales para sacar un dinerillo y no tener que pedir a mis padres, pero sin contrato".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Lola Hierro
Periodista de la sección de Internacional, está especializada en migraciones, derechos humanos y desarrollo. Trabaja en EL PAÍS desde 2013 y ha desempeñado la mayor parte de su trabajo en África subsahariana. Sus reportajes han recibido diversos galardones y es autora del libro ‘El tiempo detenido y otras historias de África’.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_