Cuestión de lógica
Soy una ciudadana de Barcelona que desde hace seis años paseo a mi perro por la ciudad sin correa ya que después de un gran esfuerzo conseguí que me hiciera caso y no se moviera de mi lado. Pasearlo sin correa no solo permite que el perro se sienta más libre sino que también hace que se sienta más tranquilo, relajado y desahogado ante la imposibilidad de correr durante la semana por falta de espacios destinados a él.
Ahora con la nueva ley que quieren aprobar, este hecho me podría costar 1.500 euros de sanción, lo que supone 500 euros más de lo impuesto en casos extremos en el test de alcoholemia. Y yo me pregunto: ¿pasear un perro obediente y dócil sin correa de verdad resulta más peligroso que conducir bebido? ¿Un borracho controla más el volante que un amo a su perro? A mí que me lo expliquen señores porque no le encuentro la lógica.— Sandra Parra Criado.
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