A la espera de plaza en el psiquiátrico
La pasada semana perdí a mi hija de 15 años. Decidió morir para poder vivir.
En una situación como esta surgen muchos “porqués”. La mayoría no tienen respuesta. Eso causa un dolor inevitable. Pero el que se podría evitar, y a mí ahora mismo más me hiere, es el que producen las preguntas, que sí tienen respuesta, sobre una prescripción médica que el propio sistema sanitario no ha atendido: ¿Por qué estaba en lista de espera de un hospital de día especializado para adolescentes? ¿Por qué no estaba ya ingresada en un hospital psiquiátrico? Porque no hay plazas. Tenía un reciente informe de alta aconsejando el hospital de día y un informe de su psiquiatra valorando su situación como prioritaria para ingresar y, sin embargo, continuaba fuera.
Los médicos y personal sanitario de la unidad psiquiátrica de adolescentes del hospital Gregorio Marañón y del centro de salud mental de Collado Villalba que la han ayudado han sido impecables. Tanto el doctor Blasco como la doctora Moreno no solo son excelentes profesionales, sino grandes personas. No tengo más que palabras de agradecimiento por su interés, su trato, su cariño hacia mi hija y por su dedicación dentro y fuera de su horario laboral. Pero a pesar de esto, mi hija no estaba donde tenía que estar; ellos no pudieron hacer más. Son médicos, no técnicos. Ellos se enfrentan a diario con la falta de plazas de psiquiatría para adolescentes.— María Seco Martínez.
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