Nicolás Maduro quiere que Sean Penn sea su voz en Estados Unidos
El presidente de Venezuela pide al actor que traslade su deseo de diálogo Durante su entrevista ambos y el primer ministro Haití se sumaron a la moda del 'selfie'
Al día siguiente del ya legendario selfie que promovió Ellen De Generes, apenas cayó el telón de la última entrega del premio Oscar, los medios estadounidenses, especialmente The Wall Street Journal, ponían en duda la espontaneidad del gesto. Decía Ernesto Hernández Busto en este mismo diario que un selfie nunca es accidental. El autorretrato difundido del presidente de Venezuela Nicolás Maduro tampoco lo es. La noche del domingo el mandatario decidió sumarse a la tendencia de fotografiarse con dispositivos móviles pidiendo al actor Sean Penn y el primer ministro de Haití Laurent Lamothe, ambos de visita en el palacio de Miraflores, que lo acompañaran en la pose.
Maduro no tuvo que acudir a un tercero, como De Generes hizo con Bradley Cooper, para que abarcara con sus brazos largos un mayor campo visual. El presidente de Venezuela es un hombre alto y corpulento y que además ha entendido que el frecuente uso de las redes sociales también apuntala su imagen. Muchos domingos, cuando hay pocas noticias que comunicar, suele ser retratado por su equipo mientras camina en ropa deportiva en los alrededores de la casa donde vive, en una montaña localizada dentro de Fuerte Tiuna, la principal fortaleza militar de Caracas. Siempre lo acompañan su esposa Cilia Flores –“la primera combatiente”, en el lenguaje administrativo oficial- y su perro.
El ángulo de la copia distribuida por la oficina de prensa del palacio de Miraflores no permite ver la marca de la tableta, pero todo hace presumir que es una versión de un modelo fabricado en Haití. Poco antes de conocerse la foto Maduro había mostrado la tableta, ufanándose de los videos e imágenes obtenidos, mientras declaraba a la televisión estatal sobre un inminente acuerdo con ese país para distribuir esos dispositivos a los estudiantes universitarios venezolanos. Solo sobresalía una calcomanía de Hugo Chávez en la solapa con el puño en alto. “Chávez está en todos lados”, decía el Presidente mientras se la entregaba a uno de sus colaboradores y pasaba de largo del tema.
Analizada así, apenas como un momento de distensión, la imagen dice mucho menos de lo que realmente significa. En primer lugar el Gobierno nacional quiere demostrar que la autodenominada revolución bolivariana sí tiene amigos famosos en el mundo. El viernes también estuvo en Caracas Danny Glover, otro viejo amigo del fallecido caudillo venezolano, arengando una de las tantas manifestaciones que a diario desembocan en la sede principal del gobierno como modo de apoyo a Maduro. Glover aún no ha filmado una película para la cual recibió casi 20 millones de dólares del Parlamento venezolano llamada Toussaint, un homenaje al hombre que en el siglo XVIII lideró en Haití una revuelta de esclavos contra el poder colonial.
Se trata, pues, de una forma de mantener pulcra la imagen de Hugo Chávez en el exterior. Una respuesta nada espontánea a las riadas de manifestaciones contrarias al régimen por parte de los más importantes actores y cantantes del mundo. El último de ellos, Jared Letto, el ganador del Oscar al mejor actor secundario por el filme Dallas Buyers Club, puso en órbita que la desmedida represión contra los manifestantes en Venezuela es parte de la naturaleza del régimen instaurado en Venezuela desde 1999. Hasta entonces esa versión solo se conocía dentro del país.
En segundo lugar el Ejecutivo está haciendo el esfuerzo por minimizar a través de esos gestos la poca preocupación que tendría para ellos la generalizada insubordinación de la sociedad venezolana –que, contra lo que se cree, no es un fenómeno solo visible en la clase media- que ya lleva un mes de duración en las principales ciudades del país. También el viernes Maduro le había confesado a la periodista de CNN Internacional, Christiane Amanpour, que dormía tranquilo como un bebé. Y en tercer lugar la foto también recuerda que el chavismo es muy generoso con los países pobres, pero que es capaz de presionar por su apoyo cuando, como ahora, necesita bloquear iniciativas de las naciones más hostiles de la región con su proyecto para discutir la situación interna de Venezuela.
Sean Penn está siendo tentado para que imparta un taller de actuación en la Villa del Cine, un complejo cinematográfico de propiedad estatal. Al mismo tiempo Maduro quiere que el actor sea su emisario en Estados Unidos y comunique que desea tener las mejores relaciones con Washington. Todo eso ha quedado en segundo plano el olvido tras el selfie. Ya lo dijo Hernández Busto: “Estas fotos tienen poco que ver con la espontaneidad. Muestran ansia de control, tanto por parte de las celebridades que buscan regalar su propia versión ‘democrática’ de las relaciones públicas, como por parte del individuo común, que da la versión ‘aprobada’ de su propio avatar digital, aun como regalo para una multitud de desconocidos”.
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