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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Italia, vuelta a empezar

El impulso a la formidable agenda reformista del primer ministro Renzi debería llegar de las urnas

Matteo Renzi ha sido investido como el más joven primer ministro de Italia. Cuando obtenga esta semana la confianza del Parlamento va a dirigir un Gobierno de coalición, dominado por su partido centroizquierdista, cuya media no alcanza los 50 años y en el que las mujeres ocupan la mitad de las carteras, Exteriores y Defensa entre ellas. El exalcalde de Florencia ha llegado al cargo tras forzar la dimisión de su correligionario Enrico Letta.

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La agenda reformista anunciada por Renzi para los próximos meses incluye una nueva ley electoral, liberalizar el mercado de trabajo, modernizar la esclerotizada administración pública y cambiar la fiscalidad. Su mero enunciado, en un país de ritmo político lento como Italia, refleja una inusual ambición, más llamativa por provenir de quien ha logrado el poder en un ajuste de cuentas partidista. La urgencia del cambio no es discutible. La economía italiana se ha contraído un 10% en seis años, su deuda supera el 130% del PIB y el desempleo juvenil es alarmante.

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Renzi exhibe un ímpetu y una audacia de los que carecían sus dos prececesores, pero como ellos llega al Ejecutivo sin el aval de las urnas. Sus armas para poner Italia patas arriba tampoco son muy diferentes de las de Letta o Mario Monti. El primer ministro, cuya experiencia de mando se reduce a la ciudad de Florencia, va a gobernar con una heterogénea coalición de izquierda y derecha. Su Gabinete incluye jefes de pequeños partidos, a los que necesita para obtener apoyo parlamentario. A Renzi le esperan tiempos difíciles con sus socios, pero también con los sindicatos, con Beppe Grillo o con el insumergible Berlusconi, aunque haya pactado con este las líneas maestras de una imprescindible reforma electoral capaz de alumbrar Gobiernos estables.

Italia, como señalan sus crisis encadenadas, necesita un Gobierno fuerte, capaz de poner en práctica sus políticas. Es dudoso que el inaugurado por Renzi cumpla las condiciones que le permitirían llegar al final de la legislatura en 2018, como pretende. Pero, sobre todo, la magnitud del desafío para modernizar y hacer gobernable Italia exige el aval ciudadano. Muchos italianos han depositado esperanzas en la imaginación y voluntad de Renzi, aunque critican sus métodos para alcanzar el poder. La aprobación de la ley electoral sería la ocasión idónea para convocar elecciones anticipadas y obtener el mandato popular del que ahora carece el primer ministro.

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