Olipremium 2014
Sobre su mesa, botellas de Oronovus de la D.O. Baena, un virgen extra que me gusta.
¿De qué campaña es este aceite, le pregunté? “De la última, por supuesto”. ¿Y por qué no lo reseñáis en la etiqueta? “Lo ponemos” me dijo, mientras me indicaba con el dedo la consabida frase “Consumir preferentemente antes del fin de …”
Que no es eso, Manuel. Me refiero a la añada, la campaña, 2013
¿Tenéis alguna razón para ocultar ese dato?
Pues es decisivo. Los aceites de oliva vírgenes extra (AOVE) nacen en otoño y mueren al otoño siguiente, le recalqué con vehemencia como si él no lo supiera. Nacen vivos y se van apagando con los meses. Los consumidores tienen derecho saber lo que compran. ¿Por qué los canales de comercialización escamotean la añada? Entre otros motivos porque las marcas aprovechan partidas atrasadas. No creo que sea vuestro caso.
Y enseguida, una de mis almazaras favoritas, Artajo, de Tudela, que indica de forma clarísima en sus seis tipos de AOVE, la añada a la que corresponden
Así empecé la visita al II Salón Olipremiun, que se celebró el lunes en el Hotel Villamagna, en Madrid.
Una exposición repleta de botellas de diseño, opacas, negras o blancas, cada vez mejor presentadas.
Durante dos horas deambulé de mesa en mesa.
En la nariz, aceites frescos, limpios, con aromas a frutos verdes, dejes de alcachofa, tomate y cáscara de plátano. Y en el paso de boca notas amargas y picantes con finales dulzones y gusto a frutos secos. Todo lógico tratándose de zumos de aceitunas de la última cosecha.
Hablé con los afectados y llegué a la conclusión que como no tienen muy claro lo que producen, etiquetan como les da la gana. En cualquier caso, fraude.
Para futuras ediciones los organizadores deberían pasar por un panel de cata oficial todas y cada una de las muestras expuestas.
Con el asunto de la añada mantuve discusiones absurdas. Una de ellas con José Lanzas, de la firma Oro de Cánava, que se negaba a reconocer la importancia del dato.
Hablando de biodiversidad, encontré encomiable el esfuerzo de algunas pequeñas almazaras como Bardomus (Castellón) que envasan varios AOVE procedentes de aceitunas poco conocidas, como canetera y borriolenca.
Y me pareció heroico a la vez que magnífico, el aceite de acebuches (olivos silvestres) presentado por la firma Dóminus, el primero de estas características, que yo sepa, que se comercializa en España.
Un aceite espléndido del que se hablará en el futuro aunque tan solo hayan producido 600 litros.
También me parece llamativa la consolidación de los aceites de hacienda agrícola, (trasunto de los vinos de chateaux) como Hacienda Guzmán (Sevilla), cuyos aceites me gustaron.
Almazaras en la misma línea que los Grandes Pagos del Olivar --Dauro,Marqués de Valdueza,Marqués de Griñón, Abbae de Queiles, Castillo de Canena, La Boella--, punta de lanza de nuestros mejores AOVE.
En España hay medio centenar de pequeñas almazaras que hacen las cosas estupendamente. Y varias Denominaciones de Origen que inciden en la misma línea. Son la base de una cultura que tendrá que desarrollarse -- qué paradoja -- en años venideros.
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