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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Sin papel no hay malas noticias

El Gobierno de Venezuela deja a la prensa sin divisas para importar y amenaza con medidas para controlar los contenidos

El País
Marcos Balfagón

Que haya inseguridad en las calles y que la tasa de criminalidad haya aumentado no parece ser lo que más preocupa al Gobierno de Venezuela. Lo que le preocupa es que los periódicos reflejen ese estado de cosas en sus páginas y alarmen a la población. Las encuestas revelan que crece la sensación de inseguridad y eso contribuye a minar todavía más la confianza de una ciudadanía que sufre las consecuencias de una economía en caída libre y ha de sortear como puede las escaseces cotidianas, desde la falta de productos básicos a los cortes de suministro eléctrico.

Claro que de esto el presidente Nicolás Maduro tampoco se considera responsable. Y del mismo modo que atribuye el desabastecimiento al boicot de las propias empresas —que no dudarían, según él, en dañar sus balances y cuentas de resultados con tal de poner trabas a la revolución socialista bolivariana—, tampoco la percepción de inseguridad sería fruto de una criminalidad que el Gobierno no es capaz de atajar, sino del tratamiento que la prensa le dispensa.

"Me van a llamar dictador, pero a la prensa le va a llegar su hora”, amenazó Maduro hace unos días. De momento, una forma de ponerla en vereda es dejarla sin papel. Muerto el perro se acabó la rabia: sin papel, no hay malas noticias. El Gobierno no ha dado autorizaciones de divisas para importar papel desde mayo de 2012. Según las empresas periodísticas, retiene autorizaciones por valor de 100 millones de dólares.

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Pero eso no es todo. Esta semana se espera la presentación del llamado Plan de pacificación, en el que también se esperan medidas de control para atar en corto al sector de la prensa que mantiene su voluntad de independencia.

La realidad, sin embargo, es tozuda. Con papel o sin él, con controles o sin ellos, si los datos son malos, malos seguirán siendo. El mismo día en que los trabajadores de prensa se manifestaban contra la falta de papel, el Banco Central de Venezuela estimaba que el índice de escasez, o lo que es lo mismo, el de desabastecimiento, alcanzaba el 26,2%, y la inflación anual se enfilaba hasta el 56,3%. Como dijo el director de Espacio Público, Carlos Correa, pretender que la prensa oculte la realidad es como romper el termómetro para acabar con la fiebre.

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