Votar a implicados

Estamos observando, en los partidos políticos, claros movimientos preelectorales. Declaraciones, mítines, actitudes y luchas internas de clara significación de precampaña. He quedado nuevamente sorprendido, con lo que ha caído desde las últimas campañas, con el hecho de que en las fotos de “familia” que publican los diferentes grupos, aparezcan en primera fila personas implicadas en asuntos judicializados.

Tengo claro que un implicado no debe ser precondenado culpable, pero implicado significa documentadamente sospechoso. O sea, que la máquina judicial del poder del Estado que vela por la aplicación de la justicia tiene documentados suficientes indicios para una fundada sospecha; de tal modo que dispone a la comunidad a gastar una ingente cantidad de dinero en aclarar el asunto, en defensa de la sociedad. En salvaguarda de los pagadores de impuestos.

¿Pondría nadie sensato, por mera prudencia, su negocio o peculio particular en manos de una persona documentadamente sospechosa? No hablo de la injusticia de condenar al implicado, de dar por culpable a un sospechoso. ¡Dios me libre de juzgar a nadie! No es mi oficio. Pero sí tengo la responsabilidad de votar, de poner al frente del “negocio y peculio de todos” a personas sin mácula de sospecha. A quien no depositaría la confianza de lo mío particular, no puedo, por responsable prudencia elemental, desearle al frente del servicio público.

¡Ojo al voto!— Joan Domingo Saigí.