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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado

Mis padres susurran

Panel del artista nigeriano Ade Adekola, en A view from my corner
Panel del artista nigeriano Ade Adekola, en A view from my corner

Por Nicolás Melini (*)

(un cuento sobre el ser mutilado)

Mis padres susurran, mi tía del pueblo ha llamado, yo no quiero que me corten.¿Tú no quieres hacerte mujer?, me dice la mayor de mis hermanas.Mis padres callan cuando llego junto a ellos, tengo 10 años, mi tía ha llamado del pueblo.Para que se haga mujer no hace falta que la corten, responde otra de mis hermanas.Yo pensaba que a mí ya no me cortarían, a mis hermanas las cortaron cuando eran mucho más pequeñas que yo ahora.

En el pueblo se va a celebrar una ceremonia, seguro que mi tía ha llamado por eso.Mis padres susurran en el cuarto, mi tía les ha dicho que me estoy haciendo mayor, que si no han pensado que no encontraré marido, que todas mis hermanas son puras, que la única que falta soy yo, que se hace tarde, que deben pensar en mi futuro.

En el cole me cuesta, no me entero de nada, no me concentro.

Qué se cree esta niña, que ella va a ser la única que se escape, dice mi hermana mayor. No para de meterse conmigo. Creo que lo hace por mi bien, para prepararme.

Yo no quiero ser cortada. Tengo miedo. Una niña murió cuando la cortaron, lo dijeron en la tele.

No debes tener miedo, todas hemos pasado por eso, ¿es que tú no quieres ser de esta familia?

Yo soy de esta familia, yo soy de esta familia, yo soy de esta familia.

Mis padres me quieren, por qué querrían hacerme daño. Una niña murió, en la tele dicen que no se debe cortar a las niñas, que está prohibido.

Es demasiado mayor para que la corten, si fuese más pequeña ni se enteraría, pero ahora..., dice mi hermana que ha dicho mi madre que ha dicho mi padre.

Creo que mis padres dudan.

Mira a la vecina, discuten mis hermanas mayores en susurros, ella es impura y se ha casado.

Y ha sido madre de 3 niños preciosos.

Mi tía dice que seré repudiada por todos los hombres, que no podré ser madre, que mis primos sentirán asco de mí, que no podré volver a visitarlos en el pueblo.

Las mujeres se vuelven locas o viciosas si no son cortadas, escuché que decía uno de mis hermanos.

En el cole miro a los chicos. ¿Es eso lo que quieren, que me corten?

Mi hermana se mofa de mi tía y las cosas que dice a mis padres. Es la hermana que me defiende.

Creo que mis padres dudan. Mi tía ha vuelto a llamar e insiste.

Mi hermano que está en España se ha enterado.

Qué le importa a mis padres lo que diga mi tía, ¿acaso ella nos ha dado algo alguna vez?, ¿acaso ella ha venido a vernos?, ¿acaso ella nos ha querido a los hijos?

En Europa no puedes cortar a tus hijas. En Europa vas a la cárcel.

Mi padre lo ha dejado todo en manos de mi madre. A él le parecerá bien lo que ella decida esta vez. Mi madre ha sonreído ante la dejación de mi padre, pero está de acuerdo: son cosas de mujeres, ella se ocupa.

Mi madre y mi tía –la hermana de mi padre—, las dos al teléfono…

Creo que ha sido peor que mi hermano hable a mis padres acerca de lo que hacen los blancos.

Cuántos días, semanas, meses, llevo pendiente, sufriendo con esto.

Mi madre me abraza, mi madre me besa, mi madre me quiere, yo la miro sin decir nada, cómo puede estar pensando en cortarme.

Mi hermana mayor ríe. Los blancos no son como nosotros. Nosotros somos diola y nuestra estirpe es de herreros, me confunde.

Mi hermano manda dinero todas las semanas. Deberían hacerle caso. Rezo para que mi hermano amenace a mis padres con no enviar más dinero. Qué comeríamos.

Ni ser diolas ni proceder por apellido de una estirpe de herreros tiene nada que ver con que nos corten, dice mi hermana.

Otro de mis cinco hermanos se ha casado con una diankading. ¿Es mi cuñada una mujer impura? ¿Le importa a mi hermano? ¿Acaso le importa a alguien?

Mi padre se ha lavado las manos. Me ha fallado. Tenía que haberme defendido, él, que sabe de mi temor.

A las impuras las violan, dijo a mi padre el segundo de mis hermanos. Tiene miedo. La impureza es una vergüenza, le gustaría que las cosas se hicieran como deben hacerse y que todo siga en su sitio.

Lo que más me duele por dentro es el amor de mis padres, me confunde y me retuerce. He pensado que debo huir.

Mi tía solo se ha acordado de mí para llamar a mis padres y decirles que deben cortarme. Es lo único que le importa de mí.

Tengo hermanos que no dicen lo que les parece y se mantienen al margen. No creen que deban decir nada. Ni a favor ni en contra. No deciden. No quieren decidir. Deciden otros por ellos. Y les parece bien que así sea.

A muchos hombres ya no les importa eso.

Es un acto de amor, ¿es que no quieres a tu hija?, ha preguntado mi tía a mi madre. Una madre responsable no permite que su hija sea impura. ¿Acaso no quieres para ella lo que tus padres quisieron para ti?

Yo quiero ser una diankading, digo. Mis hermanas ríen. Ser unadiankading es lo peor. Asco. Sus carcajadas recorren las estancias de la casa. Yo quiero ser impura, ríen, yo quiero ser impura, ríen, yo quiero ser impura, jajajaja. Luego se apiadan de mí. Comprenden mi miedo. Sienten el alivio de haber superado ya todo esto. En su caso, ya no hay vuelta atrás.

Qué cosas tengo, cómo se me ocurre decir que quiero ser unadiankading. Eso no se quiere ser, se es cuando no se ha hecho lo debido.

Tal vez tengan razón. ¿Acaso quiero avergonzar a mi familia?

Pero dígame cómo, cómo, cómo, cómo una madre amorosa, una madre que vela por la salud de sus hijos, una madre inmensamente madre, una madre que me besa y llora al entregarme a mi tía para que me lleve al pueblo, doctor, dígame cómo ha permitido que me hagan esto.

Yo quiero a mi madre. Yo no puedo dejar de querer a mi madre.

Yo quiero a mi padre.

Yo quiero a mis hermanos y hermanas.

Los adoro. Y ellos me adoran a mí.

(*) Escritor nacido en La Palma en 1969. Ha publicado novelas, libros de cuentos, poemas, guiones de cine en diversos proyectos y editoriales. Es, además, el autor español más jóven incluido en el libro 'La narrativa española de hoy, 2000-2010', en Luminaires, Francia. Reside en Madrid.

Comentarios

Simplemente impresionante
La pobreza oculta del "milagro alemán"
A mi siempre, desde que tuve uso de razón, me inculcaron que cada país tenía sus propias costumbres, por más incomprensibles que fueran para los demás. Pero esto me ha conmovido especialmente, porque el ser humano está por encima de las fronteras y de los caprichos, por más incomprensibles que sean para los verdugos.
Una de las cosas que inculca el Patriarcado es la separación de tus propias emociones. Por eso, en todas las culturas, las madres hacen con sus hijos cosas que en realidad no quieren. En contra de lo que les dicta el corazón. En todas las culturas.
Simplemente impresionante
La pobreza oculta del "milagro alemán"
A mi siempre, desde que tuve uso de razón, me inculcaron que cada país tenía sus propias costumbres, por más incomprensibles que fueran para los demás. Pero esto me ha conmovido especialmente, porque el ser humano está por encima de las fronteras y de los caprichos, por más incomprensibles que sean para los verdugos.
Una de las cosas que inculca el Patriarcado es la separación de tus propias emociones. Por eso, en todas las culturas, las madres hacen con sus hijos cosas que en realidad no quieren. En contra de lo que les dicta el corazón. En todas las culturas.

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