No permitamos que Filipinas sea otro Haití

Por Marcela Ospina (@ MarcelaOspinaL), periodista del departamento de comunicación de Oxfam Intermón.

Pie de foto: Fuentes de agua instaladas por Oxfam en Anibong, Tacloban. ELEANOR FARMER/OXFAM

Este sábado 8 de febrero se cumplen 3 meses de la violenta embestida del Tifón Haiyan sobre la población filipina, que a penas se sobreponía de un terremoto el mes anterior. El lamentable resultado han sido 6.000 muertos y 14,1 millones de personas afectadas que perdieron sus hogares y medios de subsistencia.

Es posible que estas cifras al cabo de leerse ya se hayan olvidado, y pasen desapercibidas en el convulso mar de informaciones sobre los desastres globales. ¿3 meses después de una catástrofe natural quién se acuerda de lo que ha pasado? La locura informativa de los primeros días se va disipando, y al mismo ritmo, la ciudadanía va perdiendo interés. Sin ser conscientes, permitimos a los medios que marquen nuestra propia agenda. Y aunque olvidemos una realidad que parece lejana, las personas protagonistas de esa tragedia siguen viviendo en agonía y continúan necesitando de nuestra atención.

La población filipina, como la población de Haití 4 años después del terremoto, necesitan nuestra voz para alertar sobre la grave situación en la que aun se encuentran. La fase de reconstrucción tras un desastre de tal magnitud, en países de por si ya empobrecidos, suele ser lenta.

En Haití casi un millón de personas sigue dependiendo de la ayuda humanitaria debido a las precarias condiciones de vida y al alto riesgo de ser desalojadas forzosamente de los 306 campos de desplazados restantes.

En Filipinas el panorama no es más alentador. El Gobierno del país asiático ha tardado en desembolsar la ayuda a la agricultura. Las familias campesinas más pobres se enfrentan a años de ingresos perdidos y a la imposibilidad de retomar sus cultivos porque las tierras aun no están despejadas de los escombros. Según Naciones Unidas casi 5,6 millones de personas requieren ayuda alimentaria y apoyo para evitar la inseguridad alimentaria, y recuperar sus medios de vida agrícolas y pesqueros.

Por su supuesto que junto a las cifras de destrucción, también hay otras más esperanzadoras. Cifras como las de la colaboración económica de miles de personas en el mundo entero que permitieron salvar vidas en un primer momento. La población española respondió de manera rápida y generosa: más de 1 millón de euros se recaudaron en mi organización en el primer mes que han servido para dar alimentos, refugio, agua, higiene y saneamiento.

Si has contribuido con dinero a los llamamientos para Filipinas, exige a la organización que hayas apoyado, información sobre la manera en que se está invirtiendo tu contribución. Usa tu influencia en las redes sociales para difundir mensajes que lleguen a quienes toman decisiones en el Gobierno y la comunidad internacional para que la ayuda en esta etapa crucial de rehabilitación no se detenga. El que Filipinas no pase al olvido y se convierta en otro Haití también está en nuestras manos.