Europa pone freno al casino financiero de los alimentos
Foto: FAO.
No es habitual que las intervenciones de los responsables financieros de la UE despierten algún entusiasmo entre las organizaciones que luchan contra el hambre en el mundo. Hace un par de semanas, sin embargo, muchos de sus representantes contuvieron el aliento mientras el Comisario del Mercado Interior y Servicios Michel Barnier anunciaba una medida largamente esperada: la reforma de las reglas financieras que han convertido los mercados agroalimentarios en un verdadero casino especulativo,contribuyendo a una escalada sin precedentes del precio mundial de los alimentos.
La Directiva sobre Mercados de Instrumentos financieros-que entrará en vigor en dos años- es el resultado de un acuerdo de los 28 Estados miembros y el Parlamento Europeo que introducirá límites al número de operaciones que los especuladores financieros pueden realizar con productos como el trigo, el azúcar o el maíz. Asimismo, incrementará la transparencia de un mercado que muy a menudo se produce fuera del control de las bolsas reguladas. Fortalecer el escrutinio público ha resultado esencial para mejorar las prácticas de otros mercados sensibles para el desarrollo, como el de las inversiones en minería y otras industrias extractivas.
Aunque algunas organizaciones han lamentado los intentos británicos de abrir vías de agua en la nueva legislación (incrementando el margen de maniobra de los Gobiernos nacionales, por ejemplo), la noticia ha sido recibida con un entusiasmo mal disimulado por los activistas que llevan años denunciando el efecto de estos instrumentos financieros en la catástrofe económica y alimentaria de millones de familias. El encarecimiento histórico de productos como la leche, los cereales o los aceites vegetales actúo en 2007-08 como un cebo para especuladores a los que la crisis privó de inversiones más rentables. De acuerdo con un informe de la ONG World Development Movement, el número de operaciones con productos derivados creció durante esos años de manera exponencial: entre 2006 y 2008, los inversores especuladores se hicieron con la parte del león de algunos mercados altamente sensibles: el 65% de los contratos sobre maíz largo, el 68% de los de soja o el 80% de los de trigo.
Estas herramientas (como las denominadas "de alta frecuencia", sujetas a modelos computerizados y capaces de hacer varias operaciones por segundo) han contribuido de forma determinante a la volatilidad extrema que caracteriza los mercados de alimentos desde entonces. Una volatilidad que deja ganadores y perdedores: mientras las variaciones a corto de los precios ofrecen provechosas oportunidades de negocio en Londres, Nueva York o Madrid, en regiones como el Sahel -donde los alimentos suponen hasta el 75% del gasto familiar- las variaciones son sinónimo de hambre, niños fuera de la escuela y tratamientos médicos eliminados.
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