La soledad y el embarazo
Trabajo en una asociación en Barcelona que ayuda a las mujeres embarazadas en situación de riesgo y me doy cuenta todos los días de cuánta falta hace una ley que proteja a su hijo concebido y les ayude a ellas en su situación. Veo su cara de felicidad al ver nacer a sus hijos y nos dan las gracias por haber estado a su lado, por escucharles, por apoyarles, por no haber abortado.
¡Qué dura es la soledad!
Por esto, pido a la Administración que destine más ayudas concretas para estas situaciones en que la madre no puede trabajar, está sola y su futuro es muy incierto. ¿Cuál es el dinero mejor empleado que el que se da a una madre que lo necesita, cuando su dolor y amor son tan grandes? ¿Y cuál no será su agradecimiento?
Una sociedad justa se construye con ladrillos de amor, y aunque es un deber proteger al más débil, a la vez, siempre es un privilegio.— Maite Oriol.
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