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Abramóvich quiere ser el emperador de la Quinta Avenida

Ofrece 75 millones por una mansión situada al lado del edificio donde los Madoff tenían su ático con vistas a Central Park y a menos de una veintena de calles donde Carlos Slim compró hace algo más de tres años una casa frente al Museo Metropolitan

La casa que ha comprado Abramovich en Nueva York.
La casa que ha comprado Abramovich en Nueva York.GOOGLE MAPs

Los que viven en el Upper East Side neoyorquino la conocen como la mansión Berwind y Roman Abramóvich la quiere entera para su familia. Está situada en la esquina de la calle 64 con la Quinta Avenida, justo al lado del edificio donde los Madoff tenían su ático con vistas a Central Park y a menos de una veintena de calles donde Carlos Slim compró hace algo más de tres años una casa de ladrillo rosado similar frente al Museo Metropolitan.

En ese histórico edificio vivió el magnate británico Howard Ronson, en un apartamento que ahora consta de 22 habitaciones. Sus herederos la pusieron en venta por 72 millones de dólares. Esa inmensa propiedad es clave para los planes inmobiliarios del oligarca ruso, que estaría dispuesto a pagar tres millones más - 75- para quedársela. Angelika Ivanc, la viuda, lo sabe y está convencida de que puede sacarle más, según revela el New York Post.

Las cantidades que se manejan son exorbitantes. Cuando Slim pagó 44 millones de dólares por toda una mansión en el verano de 2010, se interpretó como la primera señal de que el mercado inmobiliario en Manhattan tocaba fondo. Desde entonces, los precios se han disparado por la demanda de inversores extranjeros, que pagan de un golpe y en contante. Además, dar con edificios como el Berwind es casi imposible.

La cantidad que ofrece el dueño del Chelsea supera los 54 millones que pagó en noviembre David Geffen por el ático de Denise Rich en un edificio moderno cuatro calles más abajo, junto al The Pierre, donde también se ofrece otro por 125 millones. El Berwind, sin embargo, es una pura joya inmobiliaria. Los detalles originales están intactos, con techos de más de cinco metros de altura decorados al estilo de Louis XVI.

Howard Ronson falleció en 2007. Se quedó con la ganas de haber comprado su parte al resto de propietarios, para crear una única vivienda. La familia siguió ganando metros cuadrados en el edificio tras su muerte, como el ático y el jardín en la azotea, tratando de recomponer el puzzle inmobiliario. Y esa es la “visión” que los herederos buscan en el nuevo inquilino. Abramóvich comparte el mismo sueño: tener su propia mansión.

Ronson y Abramóvich no fueron los únicos que imaginaron recomponer el palacio original que Edward Berwind encargó construir en 1896, pero fracasaron. El contrato del empresario ruso con los gestores de la fortuna se suponía iba a cerrarse el pasado diciembre. Pero la operación vuelve a estar ahora en el aire. Ivanc no quiere abandonar y condiciona su aprobado a una decisión judicial. Los herederos creen que es un disparate.

El ruso no parece darse por vencido. Ya compró un dúplex en el Berwind que era propiedad del diseñador Adolfo Sardina, por el que se dice pagó entre 10 y 15 millones de dólares. Pero la compra de las tres unidades que están bajo el apellido de los Ronson es clave para presionar a vender su parte a la otra propietaria, Eugenia de Olazabal, y poder consumar el plan inmobiliario. Hace unos meses se supo que pedía 23 millones.

Las cooperativas son un hueso duro de roer para los extranjeros, que prefieren comprar en los nuevos condominios. Los precios ahí son más altos, como los cerca de 100 millones por el ático en el One57. Si Abramóvich logra que Ivanc acabe cediendo, tendría más opciones de cerrar la aún imposible reconversión que imaginó Ronson para su pied-á-terre y de paso se haría con la propiedad residencial más cara en toda Manhattan.

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