El cardenal y la homosexualidad
Francisco I me tenía fascinado por su trato directo y humilde, por su comprensión hacia otros modos de ver el mundo y la Iglesia dentro de él, por su respeto con los que piensan con otro criterio y por su osadía al decir las cosas que nunca un papa había pronunciado antes. Pero nunca he sabido si era su verdadera actitud o una campaña de marketing para mejorar la imagen de la Iglesia sin modificar el fondo.
Ahora, Fernando Sebastián, recién nombrado cardenal por este Papa, nos dice que la homosexualidad es una deficiencia y que se corrige con tratamiento adecuado. Yo le respondería a este cardenal que lo que se corrige con tratamiento es la falta del respeto al prójimo y la intolerancia. Al papa Bergoglio le digo que las palabras son vanas si no vienen con hechos que las legitiman y que nos ha fallado más que otros, porque quien siembra esperanza y defrauda es más impostor que aquellos que dicen lo que luego hacen.— Dionisio Rodríguez Castro. Villaviciosa de Odón, Madrid.
Hay que ver qué fijación tiene la jerarquía católica con nuestras apetencias sexuales. El nuevo cardenal designado por el papa Francisco, Fernando Sebastián, ha declarado que “la homosexualidad es una deficiencia” que se puede “normalizar con tratamiento” y que “la sexualidad tiene una estructura y un fin que es la procreación”.
Resulta curioso (y de una soberbia desmedida) que los intérpretes de la doctrina católica, habiendo renunciado a la natural sexualidad de su especie, ponderen cómo debemos vivir la nuestra. Es chocante que los que se niegan a sí mismos el matrimonio pretendan legislar quién puede casarse y quién no.
El nuevo cardenal, que equipara las inclinaciones sexuales con la hipertensión, ya nos dejó bien claro hace seis años cuáles eran sus tendencias políticas: según Fernando Sebastián, el voto a Falange Española de las JONS, Alternativa Española, Comunión Tradicionalista Católica, ... “no puede ser considerado como obligatorio, pero sí es digno de consideración y apoyo”, ya que defiende los valores sociales y familiares coincidentes con la doctrina católica.
Bien equivocados estaban los que pensaban que, con el nuevo Papa las cosas podían cambiar y la jerarquía católica iba a variar de rumbo en su deriva intransigente, su tradicional apoyo a dictadores y déspotas y su visión misógina y antidemocrática del mundo. El escorpión picará a la rana aunque le vaya la vida en ello. Y eso no tiene cura.— Juan Torrens Alzu. Pamplona.
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