Bufonadas antisemitas
Un agitador de odios provoca debates en Francia sobre límites a las libertades
Francia asiste a la emergencia de un pequeño mundo contracultural en torno al humorista Dieudonné M’bala M’bala, un antisemita reincidente que divierte a su público con referencias como esta, dirigida a un periodista judío de la emisora de radio France Inter: “Cuando oigo hablar a Patrick Cohen pienso: las cámaras de gas... qué lástima”. Hijo de camerunés y bretona, ataca a la ministra de Justicia, Christiane Taubira, que es negra, y también al jefe del Estado, François Hollande; o desea “un cáncer generalizado antes de fin de mes” al alcalde de Perpiñán, por tratar de paralizarle su espectáculo, cuando no canta la canción Shoah nanas, con la que ridiculiza el exterminio de judíos por los nazis.
El bufón ha inventado un gesto corporal llamado quenelle. Nada que ver con el plato gastronómico del mismo nombre. Consiste en tender un brazo hacia abajo y colocar la mano del otro a la altura del hombro contrario. Lo que para el cómico es “un símbolo de insumisión al sistema”, se trata de un “saludo nazi invertido, que significa la sodomización de las víctimas de la Shoah”, según la Liga Internacional contra el Racismo y el Antisemitismo (Licra).
Una epidemia de quenelles contagia las redes sociales. Y el futbolista Anelka, que juega en la Primera División inglesa, no se ha privado de saludar de esa forma tras marcar un gol, provocando el asombro de la prensa británica.
Además de gestionar un teatro en París y de difundir vídeos en redes sociales, que a veces alcanzan dos millones de visitas, Dieudonné ha sido condenado repetidamente por difamación e incitación al odio racial. Pero nada de eso le frena: está bien organizado para declararse insolvente y pide donativos a sus admiradores.
El antisemita tiene programada una nueva gira y el ministro de Interior, Manuel Valls, ha dado instrucciones de impedirla, lo cual provoca críticas por parte de los que creen que eso afecta a las libertades y que facilita al histrión presentarse como víctima.
De modo que, por si no bastaba con las expulsiones de gitanos, las quenelles se suman al rosario de debates que agitan a la sociedad francesa.
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