Soluciones del Sur para crear ciudades más humanas
Imágenes del barrio de Attoban, en Abiyán, la capital económica marfileña
"Hemos escrito un ensayo para constatar que no tenemos nada que enseñar y sí mucho que aprender", resume Vicente Díaz García (Las Palmas de Gran Canaria, 1968). Vicente es uno de los tres flamantes ganadores del último premio de ensayo convocado por Casa África, que en esta ocasión se centraba en la urbe africana. Eugenio Rodríguez Cabrera y Manuel Martín Hernández firman con él un texto que sugiere la réplica en contextos africanos de experiencias que hacen más habitables las ciudades latinoamericanas. Los tres ejercen la docencia en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y utilizan este ensayo para aplicar al contexto africano las bases de una asignatura que se imparte desde hace doce años en la Escuela de Arquitectura de la ULPGC: hábitat y desarrollo. No se trata de un simple texto teórico. Es una filosofía, una forma de entender la ciudad, la sociedad y la vida.
"Tendemos a implantar el desarrollo tal y como nosotros lo concebimos en Occidente, sin tener en cuenta que hay muchos sitios en África, por ejemplo, que están más desarrollados que nosotros en términos de huella ecológica o protección del bien común -precisa Vicente- Lo que nosotros proponemos es abrir la mirada, contar con otros profesionales a la hora de urbanizar y, sobre todo, favorecer al máximo la participación de los usuarios y su apropiación de la ciudad".
Sentado en una cafetería, Vicente se lanza a desarrollar con pasión sus teorías sobre lo que es sostenible, habitable y más humano en un contexto urbano. Le flanquean un zumo de naranja y su patinete, con el que ha cruzado el fragmento de la capital grancanaria que nos separa. Empieza con una declaración de intenciones: una breve presentación del colectivo en el que milita, Arquypiélago, y su revista, Márgenes de arquitectura social, que dedica su último número, en diciembre, a nueve experiencias de arquitectura social en África.
Vicente es doctor en Arquitectura por la ULPGC e investigador. Centró sus pesquisas de cara al doctorado en la vivienda social en México, Cuba, Uruguay y Chile. Estudió buenas prácticas latinoamericanas en urbanismo durante unos diez años, antes de presentar en el 2008 su tesina, que versaba sobre la experiencia del programa de autoconstrucción de viviendas de la Junta de Andalucía. Marinaleda es quizás la punta del iceberg de este fenómeno, que está a punto de retomarse de nuevo en el sur de España. Precisa que desde esa fecha, 2008, todo le deriva hacia el continente africano: ha trabajado en proyectos de cooperación e investigación en Cabo Verde y Mauritania.
Vicente Díaz García
"Existe un premio Hábitat a las buenas prácticas en el planeamiento urbanístico -comienza- La idea es rescatar experiencias positivas y replicar esas buenas prácticas. Se pueden trasladar de una ciudad a otra, teniendo en cuenta las particularidades de cada contexto. Y quién mejor que América Latina para entender las ciudades africanas y trasladar esas experiencias positivas de urbanismo a África. Qué mejor que la cooperación Sur-Sur. Por nuestra parte, en Canarias podemos ejercer de puente entre América y África. Tenemos una posición privilegiada".
Vicente plantea que es esencial proceder a una descolonización de nuestras mentes. "No se puede hacer todo como se hace aquí. Nosotros estamos maniatados por leyes de propiedad, catastros, planes generales. En realidad, no son cortapisas, sino instrumentos para lograr la equidad en la ciudad. Sin embargo, el planeamiento de África se está haciendo ahora y sobre un terreno casi virgen. Además, podemos contar con técnicas que no existían cuando nuestras ciudades se desarrollaban, como sistemas de información geográfica o aplicaciones en móviles. El urbanismo africano puede ser más asequible y mucho más flexible. Sectorizar una ciudad, estudiarla con un equipo interdisciplinar local y contar con sus habitantes para crear un plan base. Improvisarlo casi sobre la marcha con la información pertinente, siempre implicando a la gente, las instituciones, los empresarios. Y modificarlo conforme pase el tiempo. Las ciudades africanas son complejísimas y no necesitan una recolonización".
Como ejemplo teórico a seguir, Vicente apunta a los estudios de Josep María Llop, un geógrafo de la Universidad de Lleida que lleva una Cátedra Unesco sobre ciudades intermedias. También a Víctor Pelli, arquitecto argentino, hermano mayor del arquitecto estrella César Pelli y que subraya la importancia de la gestión social del hábitat. Algo en lo que coincide con John Turner, que propugna dar todo el poder al usuario. Como ejemplo práctico, se refiere a los Institutos de Asistencia Técnica de Uruguay, con equipos en los que se integran sociólogos, economistas o abogados y que ejercen una labor de acompañamiento durante años a la autoconstrucción. También a la organización colectiva del trabajo que se dió en los 80 en Andalucía, con su programa de autoconstrucción.
"La clave es que hay que optimizar recursos y contar con la participación ciudadana -enfatiza Vicente- Nos centramos en experiencias como las viviendas semilla que terminan los usuarios, los denominados lotes con servicio y las políticas de vivienda social en Chile o México. Se trata de que la administración garantice una infraestructura mínima en el parcelario antes de la invasión de ciudadanos y que establezca unos servicios mínimos, como una estancia y un baño que luego se conectará a la red de saneamiento. Es una vivienda crecedera, que se irá construyendo durante generaciones".
Vicente afirma que el gran problema de gran parte de la cooperación es la falta de implicación de los beneficiarios. Por desgracia, menudean los proyectos en los que se invierte mucho dinero y que no cuentan con el apoyo local ni con una visión de las necesidades reales de los usuarios. Con semejantes antecedentes, es normal que terminen fracasando. Pone como ejemplo el asfaltado de las calles empedradas de Maio, en Cabo Verde, un proyecto con financiación del Banco Mundial que no tuvo en cuenta la estética ni la cultura locales, en el que se hizo una inversión desmesurada y que no sobrevivió a unas lluvias torrenciales.
Vicente opina que la tendencia a acabar con barrios marginales que se da en grandes ciudades como Lagos es una deriva totalitaria sin sentido. "Las políticas para erradicar bidonvilles o slums no son inteligentes. Frente a ese discurso, es preferible escuchar la voz de los habitantes, dar poder a los usuarios finales de esas construcciones, que además generalmente se adecúan mejor al terreno, la cultura e idiosincrasia y otra serie de variables".
Los rascacielos y el orden entendido a la occidental no son opción. Vicente tiene claro que hay un orden que no comprendemos en las ciudades africanas y que no estamos preparados para "salvar a nadie". Nuestras ciudades necesitan más soluciones que muchas ciudades africanas. Urbes como Nuadibú, Abiyán o Accra nos ofrecen alternativas de sostenibilidad, eficiencia, aprovechamiento al máximo de los escasos recursos y, sobre todo, virtudes y valores como familia y comunidad.
"La arquitectura no es la especulación. Urbanizar es ceder, equidistribuir. El urbanismo es de izquierdas", concluye.
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