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Los nuevos Reyes Magos

Gálvez, Sobera y Bonet son lo más parecido a Melchor, Gaspar y Baltasar en tiempos de crisis Los presentadores reparten dinero en sus concursos para tapar muchos agujeros

Los tres presentadores de concursos hacen de castañeros en la madrileña calle de Alcalá. De izquierda a derecha, Christian Gálvez ('Pasapalabra'), Carlos Sobera ('Atrapa un millón') y Juanra Bonet ('Lo sabe, no lo sabe').
Los tres presentadores de concursos hacen de castañeros en la madrileña calle de Alcalá. De izquierda a derecha, Christian Gálvez ('Pasapalabra'), Carlos Sobera ('Atrapa un millón') y Juanra Bonet ('Lo sabe, no lo sabe').ALFREDO ARIAS

Una melé de viandantes. Es el resultado inmediato de plantar a Carlos Sobera (Atrapa un millón, que emite Antena 3), a Juanra Bonet (Lo sabe, no lo sabe, en Cuatro) y a Christian Gálvez (Pasapalabra, de Telecinco) en un puesto de castañas en mitad de la calle de Alcalá de Madrid. Tres presentadores televisivos queridos y populares. Juntos y al alcance de la cámara del móvil. La tentación es demasiado grande para la multitud que se agolpa y les grita “guapos”, y “majetes”, y “¡qué fotogénicos que sois, leche!”. Ellos bromean e interactúan con el improvisado auditorio. Bonet, que ya está acostumbrado porque solía provocar estos pequeños tumultos callejeros cuando se ha pateado las ciudades –solo le ha quedado alguna isla por visitar– buscando gente que sepa, o que no sepa, sus preguntas, termina dirigiendo al público durante la sesión de fotos: “Vamos a contar todos hasta tres y lanzamos las serpentinas”.

Los hemos reunido para la portada del extra Regalos de 2013 de EL PAÍS porque son lo más parecido a los Reyes Magos que hemos podido encontrar en los tiempos que corren. Unos tipos encantadores que dan dinero a gente de a pie desde sus respectivos concursos. Y eso, cuando la crisis arrecia, se agradece. “Yo más que Rey Mago me considero paje; en realidad, tengo sensación de ser un Mister Marshall al que se le cala el coche y se queda clavado en una ciudad todo el día”, lo define el presentador de Lo sabe, no lo sabe, que seguirá ligado a Cuatro y a Mediaset tras el “hasta luego” de su programa. Christian Gálvez en ocasiones se ve como una especie de Robin Hood; en cualquier caso, “no soy rey y más que mago soy ilusionista”, matiza. Pues Carlos Sobera sí que se siente un Rey Mago cuando personas que acuden a su concurso para cubrir necesidades económicas graves ganan 10.000 euros o cualquier cantidad y lloran de alegría.

“Ahora vemos la presencia del drama entre los concursantes. Se te abren las carnes. Porque al fin y al cabo somos un juego, un divertimento”, dice Sobera

El problema es la otra cara, cuando pierden. “Lo que está ocurriendo, que antes no pasaba, es la presencia del drama. Ya no es la hipoteca, es la ejecución de la hipoteca, o una operación que cuesta 18.000 euros y no hay dinero para pagarla. Y de repente, como no ven esperanzas por ningún lado, ponen todas sus ilusiones en un concurso de televisión”, se pone serio el conductor de Atrapa un millón. “Se te abren las carnes. Porque al fin y al cabo somos un juego, un divertimento, no un mecanismo para solucionar problemas. No nos corresponde hacerlo a nosotros”, acota.

–¿Y por qué los que tendrían que hacerlo no lo hacen? –mete baza la maquilladora.

–Puf –Sobera pone los ojos en blanco y pide un café.

Abordamos a Christian Gálvez mientras se pone su elegantísima indumentaria: traje negro, camisa blanca y capa real. El hombre que más palabras encadena por minuto de España –“El mérito no es hablar rápido, sino que quien escucha entienda y tenga la capacidad de responder inmediatamente”– opina que “la gran diferencia de unos años a esta parte es que hemos pasado de gente que venía a concursar para costearse el viaje, o algún capricho, a concursantes que acuden para cubrir una necesidad”. También él tiene historias con final feliz que contar, como la de Juan Pedro, un gruista de 42 años en paro y con dos hijos que ganó 1.674.000 euros acumulados en el bote, el premio más alto de la historia de la cadena. “Lo que me gustó mucho de Juanpe es que tenía un sueño y se esforzó y perseveró para alcanzarlo; tardaron un año en llamarlo para el casting y durante ese tiempo estuvo preparándose”.

Atención aspirantes a concursar en Lo sabe, no lo sabe: el truco para que te elijan es no querer que te elijan. Nadie dijo que fuera fácil. “Siempre se nos acerca alguien preguntando qué ha de hacer para participar y en 20 segundos te sintetiza su drama; es duro decirle que no, pero se trata de hacer un programa divertido y no convertirlo en una competición de a ver quién nos convence con una historia más dura”, reflexiona Bonet, que selecciona a los participantes buscando la variedad, la sorpresa. El objetivo es lúdico. Las anécdotas darían para escribir un libro bastante gordo.

—¿La flor típica de Holanda?

—La marihuana.

—¿Qué sentido le falta al cantante puertorriqueño José Feliciano?

—El amor.

¿Lo más destacable? Ver cómo se desmoronan los prejuicios de la gente. “Eso de preguntarle a un inmigrante sobre geografía española para que no lo sepa y el tío se la sabe porque recorre no sé cuántas provincias con su furgoneta de reparto”, recuerda entre risas. Para los amantes de las estadísticas (absurdas), digamos que en año y medio de concurso, a Bonet solo le ha cagado una vez una paloma encima. “Soy de la calle, como ellas, me respetan”. Y en otra sufrió un subidón de azúcar por culpa de un atracón de gominolas, su gran debilidad. “Ni Pocholo”. El equipo ha vivido momentos muy tiernos, como el del señor que confesó que era analfabeto, pero que procuraría contestar correctamente para ayudar al concursante.

—¿Cómo se conoce a una persona a la que le falta pigmentación en la piel?

—Con respeto, con cariño, poco a poco.

—Sí, pero, ¿cómo se le llama?

—De usted.

Juanra Bonet

Barcelona, 1974. Fue uno de los reporteros del 'Caiga quien caiga' de Manel Fuentes y desde 2011 presenta el programa de humor 'El mundo today' en la SER. Desde julio de 2012 y hasta este mes ha conducido 'Lo sabe, no lo sabe'.

Nuestras Majestades de Oriente saludan al castañero que les ha prestado su puesto de trabajo y observa la escena divertido. Juegan con los regalos, están a punto de quemarse el gorro con las brasas y hacen un poco el payaso para regocijo del público cada vez más numeroso que los rodea. Es un poco tarde para plantearles esta cuestión, pero ¿les gusta a ellos la Navidad? Christian Gálvez la vive consciente de los claroscuros. “Tiene su punto bonito y su punto feo, como el yin y el yang”, concede. “Me encanta la ilusión con la que la viven los niños”, agrega el presentador, que se formó como profesor de educación primaria. “Pero siempre echas de menos a gente”. Le gusta regalar y, según para quién, programa con antelación. “Lo de mi mujer ya está todo comprado”. Un 10 en previsión, teniendo en cuenta que esta entrevista tiene lugar a principios de diciembre. “Pero, como buen españolito, también busco presentes en el último minuto; gracias a Dios, mi trabajo me permite ir a una tienda un martes a las 10 de la mañana. Tengo mis truquillos”, concluye.

“En Navidad, la gente se acuerda de ti, te hace regalos, te besa, te quiere, te desea lo mejor; el resto del año está deseando que te la pegues”, tira de cinismo Sobera, aunque al final él también se deja llevar por el ambiente festivo, celebra y regala como el que más. “Ya sabes, siembra y recogerás”, apostilla socarrón. Aunque no le gusta nada cuando lo que recibe es ropa. “Me hacen un hombre muy desgraciado”. O colonia: “Es algo muy personal, me gusta comprarla a mí”. Bolígrafos, estilográficas, productos de librería, eso sí le hace feliz. Y música. “Como el resto de los españoles, me acuerdo de mi gente justo cuando llega Navidad; está tan en la calle… No me preguntes por la fecha de cumpleaños de nadie; mi madre me llama todos los 25 de mayo regañándome por no acordarme del suyo. ¿Por qué los grandes comercios, en vez de promocionar las Navidades, no promocionan el día en el que mi madre cumple años para que yo me acuerde?”, pide con su característico arqueo de ceja.

Christian Gálvez

Madrid, 1980. Otro de los reporteros del 'Caiga quien caiga' de Manel Fuentes. Acaba de renovar con Telecinco para continuar en 'Pasapalabra' hasta 2015. En abril presentará su cuarto libro (su primera novela histórica), sobre Leonardo da Vinci.

De niño le gustaban los Reyes Magos, pero por puro egoísmo. “Siendo tres, las probabilidades de un buen regalo son mayores; Papá Noel es uno y está muy gordo, no es seguro que vaya a caber por la chimenea, y además, si hay comida, fijo que se la come. No me fío de él”, razonaba, frío, el pequeño Carlos. Su preferido era Baltasar, por ser negro. “Me solidarizo con él, tiene todo mi apoyo, odio el racismo por encima de todas las cosas”, sentencia. Aún recuerda el año en el que le trajeron el castillo de Exin. “Estaba obsesionado por tenerlo”. Pronto descubrió que se trataba de un caramelo envenenado. “No tenía forma de montarlo, era un niño torpe, he de confesarlo. Nunca conseguí construir todas las almenas y siempre me sobraban piezas. La culminación de mis ansiedades e ilusiones fue un castillo cojo, como la infancia de los años sesenta, en un país en blanco y negro”, se pone filosófico.

Juanra vivió un fiasco parecido siendo niño, según cuenta tras consultar a su madre vía móvil. Es su llamada del comodín, avisa mientras marca. “Hubo un juego de construcción, con ladrillitos pequeñitos, un saquito de cemento, las tejas… Todo era funcional, estaba pensado para edificar, pero a pequeña escala. Me quedé frustrado, no tenía vocación de constructor. De repente, los Reyes pensaron que tenía alma de lanzar piropos, aunque el juego no incluía ninguna señorita a quien soltarle: “Dóooondeeee ­vaaaaas”. Pone voz de confidencias: “Siempre quise el barco pirata de los Clicks. Nunca lo tuve. El fuerte sí. Piensa en el subtexto. La fortificación sí, pero no el barco, y un juego de construcción, pero no el barco. ¿Qué quiere decir eso? Que los Reyes, de alguna manera, me querían quieto, no me querían nómada. ¿Cómo lo ves? Cuadra”. Absolutamente.

Carlos Sobera

Barakaldo, Bizkaia, 1960. Lleva desde 1999 repartiendo dinero en distintos concursos. Desde 2011 presenta 'Atrapa un millón', de Antena 3. Como productor teatral está detrás de 'Cómo están ustedes 2.0' y 'El jefe de todo esto, de Lars von Trier'.

Bonet también era de sus Majestades, pero no tenía preferencias entre Melchor, Gaspar o Baltasar. Le iba “el concepto de equipo”. A priori no le gusta la Navidad y cada diciembre tiene el mismo impulso: este año no. “Por un lado te hace ilusión, pero por otro, la obligación me disgusta mucho. Me encanta estar paseando un 14 de noviembre, ver algo que le pueda gustar a mi hermana y comprárselo”.

Pero ya no se engaña; al final termina enganchándose al espíritu general. “Te dejas llevar, no puedes evitarlo, eliges papel, a ver cómo lo envuelvo. Y ya está. Ya te lías”. El 24, el 31, los días señalados, marcha a Barcelona, a celebrarlos con la familia. Con sus amigos de Madrid, esa suerte de microfamilias que se forman cuando “casi todo el mundo es de fuera”, organiza comidas navideñas. “Empiezas refunfuñando y acabas metido hasta el final, un poco como el matrimonio”.

Hace tres o cuatro Navidades, el presentador de Lo sabe, no lo sabe decidió pasar solo la velada en Madrid. Se cocinó, eligió el vino, vio el programa de gags que tocaba. “Hasta ahí, todo muy moderno y vanguardista por mi parte”. A eso de las 0.15 se preguntó a sí mismo (a quién si no): “¿Y ahora qué?”. El plan se le empezaba a caer y se puso a llamar a sus amigos: “Hola, ¿qué hacéis?”. Eso es algo que no le ocurrirá nunca a Christian Gálvez, que suele viajar en Año Nuevo. Apunta que tiene pendiente Nueva York y Laponia, aunque no suelta prenda sobre cuál será su destino navideño de 2013-2014. “Lo cuento cuando vuelvo, nunca antes”, se excusa.

Por lo pronto, la próxima escapada de Christian, de Juanra y de Carlos va a consistir en salir del puesto de castañas y recorrer los 200 metros hasta el hotel, donde continuará la sesión de fotos, sin perder el resto de la mañana firmando autógrafos y saludando admiradores. Y así lo hacen, sin grandes aspavientos, mezclándose con la gente, como los tres Reyes Magos simpáticos, cercanos y callejeros que son.

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