Los profesores no podemos enfermar
Los profesores, como muchos otros trabajadores, estamos yendo a trabajar enfermos. Mientras las sillas del Congreso de los Diputados se mantienen frías, las de muchos profesores están calientes de la fiebre y la imposibilidad de mantenerse en pie durante horas enfrente de sus alumnos y pizarras. Damos las clases afónicos, mocosos y sordos. Y es que no podemos permitirnos que nos reduzcan el sueldo más de lo que ya lo han hecho. Porque somos padres de familias, muchas numerosas, con hipotecas o alquileres.
Enfermar ni siquiera es un derecho, es una faena: dudo que haya alguien a quien le guste. Pero nos han privado del derecho de cuidarnos dignamente y asignado la misión de distribuir los virus por las aulas. ¿No aumentará esto el gasto médico? Quizá lo paguen con nuestros sueldos.— Patricia Plaza Arregui.
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