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3.500 Millones
Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

Agua con sal en Filipinas

Esta entrada ha sido escrita por Xavi Palau, director de Cooperación Internacional de Oxfam Intermon.

Foto: @Oxfam.

Aún tengo en la retina la imagen de una muchacha filipina llorando porque había perdido a sus familiares, despeinada, con la cara sucia y con esa mirada profunda que he visto en muchas personas tras perderlo todo, esa mirada que no sabe si mirar hacia afuera y ver la desolación o mirar hacia dentro y sentir la soledad.

A estas alturas todo el mundo ha podido ver todo lo devastador que puede llegar a ser un tifón, aunque tenga nombre de canción de Silvio Rodriguez (“Yolanda” o Haiyan en lengua local). Miles de vidas destrozadas, agricultores que han perdido sus cosechas y tardarán años en recuperar su capacidad productiva porque el agua salada ha inundado sus campos, como la muchacha filipina inundaba con sus lágrimas saladas las imágenes que salían en televisión.

A pesar de tener mucha información la gente me pregunta ¿qué se hace en mitad de ese caos?, ¿cómo os organizáis?, y es que, tal vez, las organizaciones hablamos poco de lo que hacemos. En esta entrada quiero reconocer todo el trabajo de miles de mujeres y hombres que trabajan duro para hacer que la ayuda llegue, salve vidas, alivie sufrimiento y transforme la realidad.

Cuando una catástrofe de esta magnitud ocurre no hay tiempo que perder, debemos reaccionar rápidamente, es por ello que el mismo día en que llegó el tifón 3 equipos humanitarios de Oxfam salieron desde Manila para hacer una evaluación de la situación en las zonas alejadas altamente afectadas. Los equipos volaron hacia Borongan en la Isla de Samar y hacia Palo en la isla de Leyte, desplazándose además hacia Danao en Cebú Norte. Para familiarizarte con la zona puedes consultar esta página. No es evidente llegar hasta donde está la gente más vulnerable cuando la infraestructura y las telecomunicaciones se han venido abajo y cuando la población se encuentra en muchas islas rodeadas de agua con sal. Sin embargo el mandato humanitario de salvar vidas y aliviar el sufrimiento nos lleva a sortear estas dificultades. Para ello contar con buenos profesionales, disponer de la logística adecuada, el conocimiento de la zona y la capacidad financiera son vitales.

El agua se convierte en un medio vital para la supervivencia, esta vez el agua sin sal. Tras un tifón las fuentes de agua que existían suelen quedar contaminadas y eso aumenta el riesgo de enfermedades. El agua limpia de los pozos se mezcla con la runa de las casas destruidas, con los cuerpos de los fallecidos, con la basura… llegando a provocar enfermedades como el cólera, la fiebre tifoidea o el dengue.

Y el agua sale cara. Asegurar que cada persona cuente con al menos 15 litros de agua limpia al día, que es nuestro objetivo, sale caro. Necesitamos camiones y conductores; si no hay caminos disponibles hay que construirlos. A menudo, los puntos de agua buena se encuentran alejados de la población, obligando a los camiones a hacer repetidos viajes en un mismo día. Y debemos asegurarnos de que el agua llega a todo el mundo, facilitando el acceso a los colectivos más vulnerables como las mujeres y los niños. Detalles como que el punto de agua esté en un lugar iluminado, por ejemplo, puede evitar que las mujeres sean violadas o agredidas.

Lo que muchos nos preguntamos es ¿qué puedo hacer? Creo que tres son las cosas que se pueden hacer. La primera no mirar hacia otro lado, dejar que las imágenes nos interpelen. La segunda contribuir con lo que podamos, la experiencia nos dice que lo más eficaz es dar dinero. Hay varias organizaciones humanitarias de prestigio, cada una especializada en un campo, Médicos Sin Fronteras, Acción contra el Hambre, Cruz Roja, Oxfam Intermón, entre otras…. Recuerden, toda ayuda a cualquier organización humanitaria profesional es necesaria y será eficazmente utilizada. La tercera es reclamar como ciudadanos/as a nuestros gobiernos que mantengan los compromisos de cooperación y luchen contra el cambio climático.

Mientras millones de personas están en Filipinas sufriendo y cientos de equipos humanitarios (del propio Estado, organizaciones locales, agencias de Naciones Unidas y organizaciones humanitarias internacionales) trabajan afanosamente por hacer llegar la ayuda y protección a las personas que han sufrido la catástrofe, unos pocos representantes políticos están reunidos en Varsovia para hablar del cambio climático. No profundizo en ello porque lo ha descrito perfectamente Isabel Kreisler en la entrada “Sus tifones, nuestros gases

Para terminar les recomiendo contemplar una foto satelital del tifón y en ella ver el ojo lloroso de la muchacha filipina cuyo nombre desconozco. Deben ser las lágrimas por el sufrimiento, la injusticia y la rabia, aunque también me gusta imaginar que son las lágrimas de la esperanza que nos lleva a solidarizarnos y a luchar por un mundo mejor.

Especial de @3500M sobre la emergencia en Filipinas:

Si quieren ayudar les recordamos 5 de las organizaciones españolas que trabajaban sobre el terreno antes de la emergencia. En sus páginas web encontraran toda la información sobre donativos y ayudas:UNICEF,Accion contra el hambre,Medicos sin Fronteras,Cruz RojayOXFAM Intermon.

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