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3.500 Millones
Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

La maldición de los recursos naturales

Esta entrada ha sido escrita por Eduardo Ramos Suárez, especialista en la gobernanza de los recursos naturales

Niños rebuscan en un basurero de Luanda junto a unos depósitos de petróleo. Foto: Robin Hammond (Panos, 2010).

Hay un dicho popular que dice que Perú es como "un mendigo sentado en un banco de oro". Sea cierto o no, justa o injusta la afirmación, lo cierto es que esta frase podría ser aplicable a otros muchos países ricos en recursos naturales. Por ejemplo, llama la atención que Angola un país con ingentes reservas petroleras y minerales (diamantes) y que debido al boom del petróleo ha estado creciendo a casi un 20% entre los años 2005-2008, sufra un pobre desarrollo social y sea un país donde la mayoría de la población vive de una agricultura de subsistencia y con menos de un dólar al día.

Uno podría achacar esta penosa situación a los problemas típicamente asociados a la "Maldición de los Recursos", por la que países con economías basadas en la explotación de sus recursos naturales ven lastrado su desarrollo económico y social por la volatilidad de los precios de su materias primas y la excesiva dependencia de sus recursos.

Pero también tenemos el caso de Botsuana, uno de los mayores exportadores de diamantes del mundo. Este país, desde que se independizase de Inglaterra en los años 60, ha pasado de ser uno de los más pobres del mundo a ser una economía de renta media y con un desarrollo humano medio.

Entonces cabe preguntarnos ¿por qué dos países ricos en recursos naturales han tenido trayectorias tan dispares?

Una primera repuesta podría ser, que hasta 2002 Angola sufrió una cruenta guerra civil, pero también es cierto que en la última década, ya el país en paz, ha experimentado un creciento económico espectacular que no se ha visto reflejado en una mejora de la vida de la mayoría de sus ciudadanos.

Quizá, buena parte de la explicación a esta pregunta resida en que Botsuana, a diferencia de Angola, ha generado unas instituciones adecuadas y sólidas para la gestion de la riqueza de sus recursos naturales. En este sentido, ha intentado diversificar su economía y evitar una excesiva dependencia del sector minero, ha tenido diciplina fiscal, disociando el gasto público de los ingresos de la industria extractiva y ha invertido parte de los ingresos mineros en las generaciones venideras. Todo esto no hubiera ocurrido, y esto es lo fundamental, sin unas élites comprometidas en generar desarrollo en el país que no han caído en la tentación de políticas clientelistas-cortoplacistas para perpetuarse en el poder.

En contraste, Angola ha tenido una élites depredadoras que han utilizado las rentas petroleras para permanecer en el poder a través de su uso clientelelista (el presidente José Eduardo dos Santos ocupa el cargo desde el año 1979). En este sentido, las rentas petroleras han sostenido un nivel de gasto público que ha doblado la media de los países de renta baja como Angola, que sobre todo beneficia a los ricos ya que por un lado son los mayores consumidores de bienes subsidiados como el agua y la energía y por otro porque les reduce la presión fiscal. Además, otro factor preocupante es la falta de trasparencia de este país en el manejo de los recursos, como dato ilustrativo, el FMI señala que entre el periodo 1997-2001 un tercio de las rentas petroleras no fueron contabilizadas por el gobierno.

Por ello, no tiene sentido hablar de que Angola sufre una "maldición" inherente a sus recursos, habría que hablar de la existencia de unas élites que son corruptas y poco transparentes en el manejo de su riqueza natural.

Tristemente, éste no es solo el caso de Angola. Existen muchos ejemplos de países en desarrollo que sufren la consecuencias de unas élites que se han olvidado de sus ciudadanos y han encontrado en sus recursos naturales un aliado perfecto para sus propios intereses.

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