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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La pócima de Panoramix

Vuelve 'Axterix el Galo', tal vez para ayudar a Europa a encontrar su poción mágica

Marcos Balfagón

René Goscinny y Albert Uderzo consiguieron un mercado fiel de lectores y toneladas de popularidad gracias al cómic serial Asterix el Galo. Los lectores entre líneas podían detectar en el tebeo la mixtura afortunada de un chovinismo sin complejos, pero dulzón, unos gags y chistes muy elaborados, multitud de tópicos desvergonzados sobre razas y naciones, una selección imaginativa de nombres propios y una geoestrategia ética clara aunque disparatada. Los romanos (italianos) parecen los malos, pero cumplen con el papel del que recibe las bofetadas; los godos (alemanes) son los verdaderos villanos, una amenaza para Galia y para Roma; los belgas son simpáticos competidores, los bretones (británicos) aliados displicentes y los hispanos... pues toreros y flamencos (Sopalajo Arrierez y Torrezno se llama el jefe ibero).

La fuerza de las 35 historias de Asterix no está en este entramado nacionalista (¡Galia por encima de todos!), sino en el descacharrante diseño de personajes, que también tienen su regla áurea. También parten del tópico (el Abraracurcix calzonazos, la Karabella cotilla y levantisca), pero lo superan graciosamente con un dibujo espléndido y lo que un actor clásico llamaría vis cómica. Pocos de sus lectores habrán olvidado, además de a los protagonistas y a su entorno aldeano, a personajes tan logrados como Cayo Coyuntural en Obelix y compañía (una lección feroz de economía) o ese trasunto de José Mourinho llamado Perfectus Detritus en La cizaña.

Goscinny murió, Uderzo dejó los bártulos y la saga de los irreductibles galos desapareció. Pero la veta editorial estaba ahí, esperando una resurrección. El jueves pasado apareció un nuevo álbum, Asterix y los pictos, dibujado por Didier Conrad y escrito por Jean-Ives Ferri. El molde se conoce (personajes, aldea), la pauta (un viaje para remediar entuertos en tribus potencialmente aliadas) está trazada; solo hacía falta seguir la línea de puntos.

Si la pregunta es: ¿por qué vuelve Asterix?, la respuesta es: porque Francia y Europa necesitan con urgencia una poción mágica. Los druidas Holland, Merkel y Cameron carecen del talento de Panoramix y no dan con la pócima; y el jefe ibero Rajoy provoca aguaceros cada vez que opina sobre algo. Acabará atado a un árbol en el banquete final, como el bardo Asuranceturix.

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