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LA PARADOJA Y EL ESTILO
Columna
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Entre el cielo y la locura

A la esposa de Bárcenas la asaltó en su propia casa un caballero desquiciado vestido de cura. La noticia corrió por los móviles con suficiente velocidad como para que no la interceptase Obama

Boris Izaguirre
La presidenta de FCC, Esther Alcocer Koplowitz, la semana pasada en Panamá.
La presidenta de FCC, Esther Alcocer Koplowitz, la semana pasada en Panamá.

Rosalía de Castro era hija natural de un cura. A Rosalía Iglesias, esposa legitima de Luis Bárcenas, la asaltó y maniató en su propia casa un caballero desquiciado vestido de cura. La noticia corrió por los móviles con suficiente velocidad como para que no la interceptase Obama pero si le diera el tiempo justo a Merkel de leerla y exclamar: “España se ha vuelto loca”.

“Te dicen que es una película y te lo crees”, comentaba una atribulada vecina de la calle Príncipe de Vergara, donde sucedió todo. El hombre, de 64 años, se hizo pasar por empleado de prisiones, que tristemente son los únicos que acuden a visitar la casa en estos días. La empleada doméstica lo dejó entrar tras ver por la mirilla, muy a lo “Tía Tula”, que llevaba alzacuellos. Una vez dentro el hombre reunió a todos los presentes: el joven Bárcenas, un escolta, la empleada doméstica y Rosalía y les maniató amenazándoles con un revolver falso, exigiéndoles: “Quiero los pen drive y los discos duros”. Como en un spaguetti western, los varones se desataron, redujeron al intruso mientras la empleada doméstica se hacía con el revólver y acudía a una cafetería próxima a pedir auxilio. ¡Rosalía, no le toques el sobre del sueldo a esta empleada!. La Señora salió al balcón gritando un muy castizo y femenino “¡Socorro, socorro!” ante el asombro de los peatones. “Es que ni en Homeland” sintetizó Inés, una sorprendida viandante. El hombre, tal vez con problemas de litio, debía estar más descentrado que Carrie, la protagonista de la serie sobre la C.I.A, porque todos sabemos que esos pen drive estarán bien enterrados en algún lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme o borrados definitivamente de la memoria de la calle Génova.

“Quería solucionar los problemas que sufre España”, manifestó el bienintencionado atacante tras ser interrogado. Un deseo que puede llevarte a la locura. Su disfraz de cura, ¿era una alusión al obispo megalómano de Limburgo, que se gasto 30 millones en su propia casa?. Tebartz van Elst, el prelado, abandonará esa lujosa mansión (a costa de los impuestos para las arcas católicas) para cumplir condena de austeridad en un monasterio bávaro. Los alemanes criticaron la lentitud vaticana para enjuiciar al cura, que viajaba en primera clase para visitar chabolas en la India, porque ellos con sus imputados de alto nivel no tienen misericordia. Recordemos que fulminaron un alto cargo por copiarse un examen. ¡Dios mío, lo qué deben de pensar de nosotros! Pero entre el obispo de Limburgo y el falso cura de los Bárcenas, constatamos que la vida de los acusados por corrupción es azarosa ¿Quién puede imaginar que un hombre va a hacer un viaje desde Cuenca para maniatarte y exigirte unos pen drive que no tienes?

Ni siquiera la mismísima princesa Corinna Zu Sayn, que tiene una intuición de varios quilates. Corinna en cuanto se dio cuenta que en este reino era persona non grata dejó Madrid por el principado de Mónaco. ¿Y, ahora de quién es amiga entrañable? De la princesa Charlene, ¡bingo! . Su amistad con la esposa del príncipe monegasco no ha despertado ningún recelo y ha demostrado que la alemana mantiene intacta su puntería, de hecho la ha trasladado de la portada del Hola a las páginas de moda. Corinna percibe que en los paraísos fiscales hay que ser, más que discreta, serenísima. Charlene necesita de mucha asesoría, también tiene aire de necesitar litio y de divorciarse. El verdadero reality que necesitamos es uno titulado: “De mayor quiero ser Corinna”.

La protagonista del flechazo económico de la semana fue Esther Koplowitz que al fin encontraba su príncipe azul en Bill Gates . Esther, bravo y gracias. La mayor de las Koplowitz siempre ha tenido querencia por las noticias a lo grande. Recordemos aquel asalto a su residencia en el 2001 donde se sustrajeron goyas que estaban en el suelo mientras repintaban las paredes, luego rescatados en una operación policial impecable. O su boda con el marques de Cubas. La noticia del Koplowitzgate recupero a la Bolsa y la sospecha de que Botín se olía que Bill iba a enamorarse de FCC cuando anunció que venían inversiones millonarias. ¡Qué bien se nos queda todo cuando los millonarios se emparejan!

Pilar Rubio y Sergio Ramos también son ricos, aunque no tanto, pero muy salados y enamorados. Ramos sorprendió a su novia en El Hormiguero con guitarra y voz flamencas, declarando que tiene un “diamante en casa”. Como diría Ernesto Méndez: No hay nada más chulo que un novio que hace locuras por ti. Otro cantante millonario, Silvio Berlusconi, ha conseguido reducir la mensualidad que debe pagar a su exesposa, Verónica Lario a 1,4 millones de euros, un recuerdito de que el ritmo bunga bunga le salió carísimo aunque también le dio una impagable publicidad. Un millonario jamás desafina.

Otra pareja, Michael Douglas y Catherine Zeta Jones podrían estar revisando su relación y los supuestos peligros del sexo oral. Douglas ha declarado: “ Un descanso no significa que sea el final”. Pero la investigación médica podría darle la razón con respecto a la participación del sexo oral en el cáncer de garganta. Al final el próximo cura que entre en nuestras casas nos advertirá de que muerte y mamada te llevan al cielo igual.

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