Las calles hablan
Los arquitecto Pep Ripoll y Juan Miguel Tizón aseguran que aprenden de los lugares y que para levantar las viviendas sociales que diseñaron en Sa Pobla (Mallorca) se fijaron en lo que había allí y hablaba de clima, carácter y forma de vida. ¿Comparte mucha de la arquitectura actual esa capacidad de informar sobre el lugar?
Ripoll y Tizón defienden “utilizar lo existente” con estas viviendas sociales mallorquinas: “basta con pasear por el lugar y observar los patios, los filtros (de luz, de ruido, de sol, de frío), la propia luz, la distribución de las parcelas, la escala de las edificaciones…” Lo que más les gustaba de la localidad de Sa Pobla era no saber dónde acaba una vivienda y dónde empieza la siguiente.
Por eso su trabajo consistió en detectar esa manera de construir a la vez el pueblo y los edificios y en extenderla a su nuevo inmueble: “un agregado de un catálogo de viviendas” en torno a un patio-plaza interior.
Es cierto que su edificio juega con el entorno. A veces se suma a la medianera, a veces se separa. Pero también lo es que convierte la modulación en una herramienta combinatoria capaz de prever diversas situaciones familiares y, por lo tanto, diversas formas de convivencia en espacios parecidos que, sin embargo, pueden cambiar.
Los arquitectos mallorquines reconocen, así, que para diseñar vivienda social hay que pensar en los habitantes de esos pisos, a los que no se llega a conocer. E indican que una manera de pensar en quien no se conocerá jamás reside en fijarse en el lugar. En la forma en que el pueblo suma edificaciones y calles. En el modo en que la calle y el interior de las viviendas se relacionan. De Sa Pobla han extraído Ripoll y Tizón toda esa información. Por eso sus viviendas se han sumado al pueblo y transmiten, ahora, ese mismo carácter, clima y forma de vida. ¿Cuántos edificios contemporáneos hablan solo de ellos mismos y cuántos del lugar donde se encuentran? Es difícil escuchar durante mucho tiempo a quien solo atina a hablar de sí mismo.
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