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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

Mujeres que superan el conflicto armado

Obra de Nancy Espina sobre la periodista Jineth Bedoya, violada por los paramilitares/@oxfamintermon

Bogotá -Colombia, reunión con más de 8 organizaciones de lucha por los derechos de las mujeres. “En el lenguaje cotidiano están la violencia contra las mujeres y el conflicto armado”. Al principio es difícil entender la relación que existe entre ambas cosas y después es difícil aceptar que, en el fondo, son cosas diferentes. Violencia contra las mujeres y conflicto armado es un dúo complementario responsable del sufrimiento y muerte de millones de mujeres en este enredado país.

El conflicto armado en Colombia es sumamente complejo. “Colombia no es una dictadura. Eso es muy duro porque no tenemos un culpable, un dictador, al que señalar y al que exigir que libere al país. Las responsabilidades se diluyen y por lo tanto la resolución del conflicto armado también.” Y las responsabilidades son muchas. 20.000 desaparecidos forzados y 4 millones de desplazados son cifras inigualables, sirva como referencia los 1.209 desaparecidos de la dictadura Chilena. El conflicto es tremendamente violento, los diferentes grupos, militares, paramilitares, guerrilla, se ensañan con ciertos grupos más que con otros. Ensañarse es torturar y matar, por poner un ejemplo cortar la cabeza y pasearla como si fuera un balón de futbol.

Cuando hablamos de objetivos, estamos hablando de las personas con menos recursos económicos, y de las mujeres y los niños.

Colombia es un país abiertamente machista en su cultura y en su estructura jurídica. Las mujeres están tuteladas. “Las diferencias entre las mujeres están vistas como riñas y entre los varones son debates”. La violencia contra la mujer es permanente y asociada al conflicto armado. Es desgarradora.

¿Cuál es el tipo más frecuente de violencia contra la mujer en el marco del conflicto? Los desplazamientos forzosos. Cientos de mujeres solas con sus hijos llegan todos los días a la ciudad de Bogotá huyendo para salvar su vida y la de su prole. Ahí se encuentran con que no tienen recursos ni forma de generarlos. “En el campo somos libres e independientes. En la ciudad no somos nada”. El entorno de la ciudad es agreste, a veces mucho peor que lo que dejaron atrás. El rechazo, la vejación, las agresiones sexuales, están a la orden del día. Es un tema cultural. Ya en muchos de los colegios de Bogotá son numerosas las niñas agredidas impunemente por sus compañeros varones. Pero no solo eso. Muchas de las niñas que acuden a las clases son las responsables del cuidado de toda la familia y no tienen tiempo de hacer sus tareas. Y son duramente castigadas por ello, públicamente, frente al resto de sus compañeros.

En este panorama desalentador los rayos de esperanza son tan luminosos que deslumbran. Mujeres de todas las clases sociales y ámbitos llevan años en pie de guerra luchando por cambiar las cosas. Empezando primero por ellas, por su cuerpo y su espíritu. Luchando por cambiar la cultura, los preconcebidos. Rechazando el maltrato y reivindicado el territorio de su cuerpo. Organizándose, uniéndose, abrazándose y compartiendo con otras mujeres su experiencia. Creciendo. “Una vez que se sintieron capaces, que se reconocieron como mujeres, decidieron dar un salto para ser reconocidas también institucionalmente,“ exigiendo el espacio que les pertenece en los órganos de toma de decisiones. Desde los centros de gestión comarcales, hasta en las conversaciones de La Habana: “En este nuevo pacto no queremos ser la pactadas queremos ser las pactantes.”

Y a través de la lucha y la unión se ha conseguido cambiar cosas. Lo primero es la visibilidad. El tema de la violencia contra la mujer forma parte ya de la agenda informativa nacional e internacional. Segundo han conseguido que el tema esté presente en la agenda política nacional e internacional. Y finalmente cada vez más mujeres Colombianas tienen mayor autonomía.

Este es un ejemplo de que los cambios son posibles a través de la unión. Esta unión es primero emocional, energética como dicen aquí las mujeres, y después a través de la organización. Es una unión de mujeres libres y reforzadas, sanadas con la ayuda de otras mujeres. Es una inspiración y la prueba de que juntos podemos.

Nota de la autora:

Esta es la primera entrada de un monográfico sobre el viaje que estoy realizando a Colombia en estas dos próximas semanas con la organziación Oxfam Intermon. El encuentro relatado tuvo lugar con las organizaciones con las que colabora esta organziación en Colombia. Las declaraciones son de las mujeres que asistieron a dicho encuentro.

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