Viernes de Dolores
Ver a Bárcenas y Cospedal dándose estopa en sede judicial por videoconferencia sí que ha sido el duelo más fratricida de la historia, y no el de Caín y Abel
Yo no sé para qué hablo. Me viene una íntima de pilates y me sale con que, antes que separarse del zángano del marido, está yendo a terapia de pareja. Lo de zángano es suyo, la doña se llama Modesta, pero va de abeja reina. Yo, sin embargo, sostengo que el interfecto es un macho cabrío y que está tardando en darle puerta. Mira que le tengo dicho que el huevazos se los ha puesto hasta con la socorrista de la piscina, que hasta los críos de la urba les pintaron un grafiti con él haciéndose el muerto y ella haciéndole el boca a boca hasta la tráquea. Pues ni por esas. Que una cosa es la infidelidad de cuerpo y otra la deslealtad de espíritu, replica, ontológica, y de ahí no la sacas. Oye, ella misma. Aquí cada uno tiene su lista de agravios con el respectivo y, si le compensa, hace la vista gorda. Mira a Mas y Duran, en plan duelo fratricida a lo Pimpinela con Rajoy por testigo, para luego irse a la cama en cuanto les dé un calentón soberanista.
Lo peor no es que mi amiga Mo se vaya a dejar un Congo en coaches, vulgo alcahuetes, para nada. Es que, encima, la tienen deslomada. Ayer me enseña los deberes que le ha puesto el terapeuta, que digo yo que con los 100 pavos que le lleva a la hora ya podría hacer él el trabajo sucio, y estuve a punto de denunciarlo a Estrasburgo. Que haga una lista de lo que le pone y lo que aborrece del innombrable a ver qué pesa más en la báscula, le ordena. Se había tirado la pobre la noche en vela para escribir un post-it tipo discurso de Messi con los pros y un trolley tipo jueza Alaya con los contras. Total, que ahora, además de astas de alce, la tonta de mi colega tiene más curro que Montoro desmintiendo la lista de agravios catalanes y punteando una a una las paralelas que le pide el juez Castro para imputar a Cristina de Borbón y Grecia.
Por si fuera poco, ahora Rajoy quiere publicar las balanzas autonómicas. Eso sí que va a ser una guerra fratricida y no la de Kiko y Francisco Rivera. Las comparaciones son odiosas, y más entre hermanos políticos, mira cómo se ha puesto Ignacio González con Alicia Sánchez-Camacho por un puñado de euros. Ahora, personalmente, prefiero que se publiquen las balanzas fiscales a las físicas, porque si trascendiera el peso específico de algunas cronistas y algunos ministros, temblaba el misterio y el Ibex 35. Ahí, lo siento, pero en la guerra fratricida entre Montoro y Guindos, a igualdad de alopecias, prefiero al segundo. Ahí estaba el otro día, plantándose en el Eurogrupo con dos pelotas, perdón, croquetas, en su tartera para mantener ese tipo de interés a raya diplomática. ¿Se puede ser más chuleta?
Sí, mira a Bárcenas y Cospedal dándose estopa en sede judicial por videoconferencia. Eso ha sido el duelo más fratricida de la historia y no el de Caín y Abel en su día. Él, tirando a matar de la manta. Ella, cabeza alta, diciendo que la registren e inclusive la cacheen si hace falta. Turuleta perdida salió de la vista, se ponga como se ponga. Como que casi se come un árbol por no bajar la testa ni para mirar por dónde pisa. En fin, que al lado del patio político ibérico, el de Soto del Real es un balneario sueco. Y conste que no me meto en el jardincito de quién es el padre del hijo de cierta madre probeta porque para eso veo esta noche el Deluxe, que hoy vuelve Belén Esteban, y me evito el cargo de conciencia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.