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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado

Túnez, una "prisión a cielo abierto"

José Naranjo

Movilizados por la liberación de Nejib Abidi.

Fue de madrugada. A las cuatro de la mañana. La Policía irrumpió en la casa de Nejib Abidi, situada en el barrio de Lafayette de Túnez, y se lo llevó detenido junto a otros siete jóvenes, cineastas y músicos. Estaban trabajando en la música del documental que acaba de rodar Abidi, una cinta sobre la emigración clandestina. Estas detenciones se suman a las de otros artistas, periodistas y activistas tunecinos que participaron activamente en la revolución del jazmín de enero de 2011 que logró derrocar al dictador Ben Ali y que ahora, dos años y medio después, denuncian los excesos del Gobierno islamista del partido Ennahda. Cuatro de aquellos ocho jóvenes, entre ellos el director Abdallah Yahya que acaba de terminar su última película, siguen aún encarcelados y pueden correr la misma suerte que el rapero Klay BBJ, condenado a seis meses de prisión por atentar contra las “buenas costumbres” y por difamación. Esta oleada de represión es una clara muestra de que las cosas no van bien en el Túnez que alumbró la llamada Primavera Árabe.

Ocurrió la noche del 20 al 21 de septiembre pasados. Los ocho jóvenes se encontraban en la casa de Nejib Abidi, de 29 años, un destacado líder estudiantil durante las manifestaciones de enero de 2011 que acabaron con el derrocamiento de Ben Ali. El día antes de su detención, alguien entró en la misma casa y robó uno de los dos discos duros donde se encontraba el bruto del documental que estaba terminando de rodar y eliminó toda la información del otro disco duro. La película estaba siendo producida por Nassreddine Shili, encarcelado por lanzar un huevo al ministro de Cultura durante una ceremonia pública.

Tras seis días de estancia en la comisaría de Bouchoucha, cuatro de ellos fueron puestos en libertad provisional, pero otros cuatro fueron trasladados a la prisión de Mornaguia. Se les acusa de consumo de marihuana, pero a nadie se le esconde que tras esa acusación se oculta un intento por parte del régimen de acallar las voces de sus jóvenes más críticos. Antes que ellos también han tenido que enfrentarse a la Justicia tunecina el citado Nessreddine Shili por lanzar un huevo al ministro de Cultura, Jabeur Mejri y Ghazi Beji, condenados a 7 años y medio de prisión por colgar en Facebook caricaturas de Mahoma desnudo, el rapero Ala Yaacoubi, conocido como Weld El 15, a quien le cayeron 21 meses de cárcel por componer una canción titulada “Los policías son perros” y el también rapero Ahmed Ben Ahmed (Klay BBJ), que acaba de ser castigado a seis meses de cárcel por atentar contra “las buenas costumbres” y difamación durante un concierto que dio, junto a Weld El 15, en agosto en Hammamet.

Condenado a 21 meses de cárcel, el rapero tunecino Weld El 15.

Otros ciudadanos anónimos también están sufriendo la represión del aparato judicial y policial tunecino que, según los movimientos ciudadanos y de jóvenes que claman por la liberación de todos ellos, ha sido heredado del antiguo régimen dictatorial y no ha sido depurado. “Se ha vuelto a la atmósfera de caza de brujas de la época de Ben Alí”, expresan desde Radio Chaabi, un órgano de comunicación muy crítico contra el Gobierno islamista de Ennahad, encabezado por el presidente Moncef Marzouki. Ese ambiente que denuncian los jóvenes llegó a su paroxismo este mismo año con los asesinatos de dos líderes de izquierda que se significaron por sus opiniones muy críticas con el Gobierno, Chokri Belaid (6 de febrero) y Mohamed Brahmi (25 de julio), ambos muertos a balazos por personas desconocidas.

Después de estos asesinatos, tras los que muchos ven una excesiva tolerancia del Gobierno con el extremismo religioso, Túnez se sumió en una grave crisis política por la falta de diálogo y negociación entre el Gobierno y la oposición, lo que provocó que, en agosto pasado, el presidente de la Asamblea Constituyente, Moustapha Ben Jafaar, diera por suspendido el trabajo puesto en marcha para la elaboración de una nueva Constitución. Asimismo, las clases medias y bajas que forzaron la marcha de Ben Ali en enero de 2011, desencadenando lo que se ha dado en llamar la Primavera Árabe, se han visto atrapadas entre la parálisis de las reformas políticas, las continuas protestas callejeras y una recesión económica sin precedentes en un país que vivía eminentemente del turismo y que ha visto caer en picado las llegadas de visitantes.

Un reciente acuerdo entre los islamistas en el poder, el principal sindicato tunecino, UGTT, otras organizaciones sociales (la patronal, la Orden de Abogados y la Liga de Derechos Humanos) y el resto de partidos ha logrado forzar la dimisión de todo el Ejecutivo en un plazo de unas semanas y el nombramiento de un nuevo Gobierno formado por personas independientes y no partidistas, una especie de gobierno de salvación nacional integrado más por tecnócratas que por personalidades políticas. Es decir, los islamistas aceptan renunciar al poder ante la situación de bloqueo a la que se había llegado. Sin embargo, en medio del fuego cruzado entre partidos, los retos que se avecinan son enormes e incluyen, entre otras cosas, la elaboración de una nueva Constitución, una ley electoral y la designación de un comité electoral independiente.

Mientras tanto, la decepción y la rabia cunden en Túnez. El pasado 27 de septiembre, el propio Nejib Abidi, que acababa de ser puesto en libertad provisional, daba un discurso durante la presentación de la película Le Retour del detenido Abdallah Yahya en el Festival Internacional de Cine por los Derechos Humanos de Túnez. Durante su intervención, Abidi aseguraba que todas estas detenciones suponían “una derrota no sólo de los artistas, sino de todos los tunecinos (…) Lo que yo y mis amigos hemos visto en Bouchoucha, lo que hemos visto en las comisarías de policía y en los tribunales no es sino la prueba de que este pueblo está colonizado. Este pueblo debe luchar para liberarse de una fuerza colonial interior que le expolia cuando trabaja, cuando piensa, cuando vive, cuando habla, cuando se gana el pan (…) todo el país se ha convertido en una prisión a cielo abierto, ya sea en Mornaguia, en Bouchoucha, en la calle Ibn Khaldoun, en la Avenida Bourguiba, en Gafsa, en Sidi Bouzid o en Sfax. Túnez es un país colonizado internamente y hay que liberarlo”.

Comentarios

Hace un tiempo, cuando estábamos haciendo unas actividades sobre África en Madrid, ocurrieron unos hechos similares. Teníamos previsto traer a unos artistas de Argelia para que actuaran y explicaran a los jóvenes la realidad que vivían, pero unos días antes de poderlos trasladar a España desaparecieron misteriosamente, tras una redada de nadie sabía qué índole... Sólo cuando acabó nuestra campaña volvieron a recuperar su libertad. Es muy triste ver este tipo de situaciones repetirse muy a menudo y no poder hacer nada.http://interesproductivo.blogspot.com.es
Creo que los occidentales están acegados. No ven en otros paises nada mas que esos artistas e intelectuales que reniegan de su identidad para adoptar la identidad cultural de Occidente. Los occidentales no reconocen a las demas identidades, solo reconocen a los que traicionan su propia cultura para disfrazarse de occidentales. Los occidentales no ven en otros paises nada mas que refeljo de su propia imagen. Creen que los otras culturas solo deben de servir de espejos para que ellos se vean a si mismos. Un ego que da pena. Un infnatilismo digno de Nerón el llorón. Que majaretas! y usted mister interes productivo, seguro que sus artistas invitados no eran mas que su propia imagen reflejada en el espejo. Igual han desaparecido porque el espejo se oscureció, asi que para volver a encontrarlos solo hace falta pulir el espejo. Que os cundan los dictadores y los traidores. Ahora que Tunez se ha liberado de su dictador tan aliado de los occidentales y de su cultura, la campaña de deslegitimación del nuevo gobierno está que arde. Algunos lo hacen porque no saben cual es su verdadero rol en todo lo que pasa en el mundo, y otros lo hacen por ser aliados de dictaduras y enemigos de la libertad.
Med: efectivamente hay una identidad occidental y otra islamista. Muchos árabe se juegan la vida cruzando el Mediterráneo en pateras para llegar al mundo occidental de España e Italia. Pero no veo que nadie haga nada parecido para llegar al mundo islamista.Está claro cuál de esos mundos es mejor...
Este artículo no va sobre la "occidentalización" de Tunez, que es algo que no ha comenzado ahora, sino hace 50 años o más, sino sobre la democracia y los derechos humanos (o falta de ellos).Si los islamistas han llegado al poder democraticamente, deben aceptar ser criticados por su autoritarismo y/o ineficacia, cosa que sí hacen los partidos de (incluso los de derechas) en las democracias. Tristemente, los jóvenes que han luchado por la democracia en Túnez (y otros países) sólo han visto que una disctadura caía para ser sustituída por otra, a veces peor. A los islamistas sólo les interesa la democracia como instrumento para llegar al poder allí donde tienen posibilidades.Pero la democracia no sólo son las elecciones: también la separación de poderes, la libertad de opinión y expresión y la seguridad de ciertos derechos individuales. Pero esto ya no les gusta tanto a los islamistas.
Hace un tiempo, cuando estábamos haciendo unas actividades sobre África en Madrid, ocurrieron unos hechos similares. Teníamos previsto traer a unos artistas de Argelia para que actuaran y explicaran a los jóvenes la realidad que vivían, pero unos días antes de poderlos trasladar a España desaparecieron misteriosamente, tras una redada de nadie sabía qué índole... Sólo cuando acabó nuestra campaña volvieron a recuperar su libertad. Es muy triste ver este tipo de situaciones repetirse muy a menudo y no poder hacer nada.http://interesproductivo.blogspot.com.es
Creo que los occidentales están acegados. No ven en otros paises nada mas que esos artistas e intelectuales que reniegan de su identidad para adoptar la identidad cultural de Occidente. Los occidentales no reconocen a las demas identidades, solo reconocen a los que traicionan su propia cultura para disfrazarse de occidentales. Los occidentales no ven en otros paises nada mas que refeljo de su propia imagen. Creen que los otras culturas solo deben de servir de espejos para que ellos se vean a si mismos. Un ego que da pena. Un infnatilismo digno de Nerón el llorón. Que majaretas! y usted mister interes productivo, seguro que sus artistas invitados no eran mas que su propia imagen reflejada en el espejo. Igual han desaparecido porque el espejo se oscureció, asi que para volver a encontrarlos solo hace falta pulir el espejo. Que os cundan los dictadores y los traidores. Ahora que Tunez se ha liberado de su dictador tan aliado de los occidentales y de su cultura, la campaña de deslegitimación del nuevo gobierno está que arde. Algunos lo hacen porque no saben cual es su verdadero rol en todo lo que pasa en el mundo, y otros lo hacen por ser aliados de dictaduras y enemigos de la libertad.
Med: efectivamente hay una identidad occidental y otra islamista. Muchos árabe se juegan la vida cruzando el Mediterráneo en pateras para llegar al mundo occidental de España e Italia. Pero no veo que nadie haga nada parecido para llegar al mundo islamista.Está claro cuál de esos mundos es mejor...
Este artículo no va sobre la "occidentalización" de Tunez, que es algo que no ha comenzado ahora, sino hace 50 años o más, sino sobre la democracia y los derechos humanos (o falta de ellos).Si los islamistas han llegado al poder democraticamente, deben aceptar ser criticados por su autoritarismo y/o ineficacia, cosa que sí hacen los partidos de (incluso los de derechas) en las democracias. Tristemente, los jóvenes que han luchado por la democracia en Túnez (y otros países) sólo han visto que una disctadura caía para ser sustituída por otra, a veces peor. A los islamistas sólo les interesa la democracia como instrumento para llegar al poder allí donde tienen posibilidades.Pero la democracia no sólo son las elecciones: también la separación de poderes, la libertad de opinión y expresión y la seguridad de ciertos derechos individuales. Pero esto ya no les gusta tanto a los islamistas.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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