No es modo de gobernar un país
¿Qué demonios hacen al borde del precipicio?
A medida que se acercaba la medianoche del 30 de septiembre, todos se culpaban en Capitol Hill del inminente cierre de la Administración estadounidense. Para un mundo estupefacto, las recriminaciones eran absurdas. Cuando estás peleándote al borde de un precipicio, la pregunta fundamental no es quién tiene razón sino qué demonios están haciendo al borde de un precipicio. (...)
Los republicanos (...) deben aprobar una resolución limpia sobre el presupuesto, sin rehacer viejas batallas sobre Obamacare. También deben votar para elevar el techo de la deuda (o mejor aún, abolirlo). Si Obamacare fracasa realmente y los republicanos ganan la Presidencia y el Senado en 2016, pueden derogarlo a través del proceso legislativo normal.
A largo plazo, EEUU tiene que abordar el problema de la polarización, que es especialmente grave en la Cámara de Representantes porque muchos Estados permiten que los políticos tracen sus propios mapas electorales. Como es natural, tienden a crearse unos distritos en los que ellos tienen la elección asegurada. Eso significa que el congresista típico tiene más miedo a las primarias de su partido que a las elecciones propiamente dichas. Como consecuencia, muchos bailan el agua a los extremistas de su bando en lugar de construir pactos centristas sensatos con el partido rival. Esa no es manera de gobernar un país. Las reformas electorales, como la de dejar que sean comisiones independientes las que tracen los límites de los distritos, no harían que EEUU de repente se volviera gobernable, pero ayudarían. Ha llegado la hora de dejarse de precipicios y de usar más el sentido común.
Londres, 5 de octubre
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