AVE a costa de Cercanías
Cuando las obras de construcción de la línea de Cercanías entre la estación de Chamartín y la terminal 4 de Barajas estaban ya avanzadas, al ministro de Fomento de entonces, José Blanco, se le ocurrió cambiar el proyecto para poder meter también trenes de alta velocidad.
Antes de lanzar el titular El AVE llegará a la T-4 parece que nadie en el ministerio se paró a pensar que una infraestructura pensada para cercanías no podía ser modificada de buenas a primeras para hacer sitio al AVE. Porque resulta que un tren de cercanías y uno de alta velocidad tienen características muy distintas que se convierten en un problema a la hora de compartir vía (empezando precisamente por el distinto ancho de la misma).
La inauguración de la línea se tuvo que retrasar varios meses para adaptarla al AVE. Hoy, sin embargo, este aún no está ni se le espera a corto plazo. Lo que los madrileños tenemos desde septiembre de 2011 es un servicio de Cercanías a la T-4 con unas prestaciones muy por debajo de lo esperado. Esto es debido al empeño de meter un AVE que nunca va a poder correr más que un cercanías y que va a suponer un ahorro de tiempo irrisorio comparado con los problemas que ya ha acarreado su implantación. Además, ahora las Administraciones siguen empeñadas en consumar la chapuza para reactivar, dicen, el flujo de viajeros en Barajas.
Que el consejero de Transportes de la Comunidad de Madrid, Pablo Cavero, apueste por dedicar la línea exclusivamente al AVE y obligar a los viajeros a usar sí o sí el metro, es un ejemplo de hasta qué punto las infraestructuras están subordinadas a los caprichos de los políticos.— Andrés García García.
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