Escalera sin fin en la Tate
Frente a la Tate Modern de Londres una escalera temporal no conduce a nada y, sin embargo, conduce a muchos lugares. Atalaya, mirador, lugar de paso, zona de encuentro o espacio para el juego, la pieza del estudio dRMM permite vistas insólitas junto al Támesis con la Catedral de San Pablo de fondo.
Desde esa preocupación, puede que esta intervención temporal, Endless Stair, que puede verse, y utilizarse, en Londres hasta el 10 de octubre sea de su agrado. Se trata más que de un elemento útil, de una parte que se ha convertido en una pieza en sí misma: escultórica, celebrada, utilizada, y, por supuesto, cuestionada. Además, sin abonar un penique, cualquiera puede subirse a la Endless Stair, formada por 15 escaleras entrecruzadas, que recuerda las obras laberínticas del holandés M.C. Escher.
Los 187 peldaños de madera ideados por el estudio de arquitectura dRMM (Rijke, Marsh y Morgan) no solo sirven de reclamo para el patrocinador (American Hardwood Export Council) informando de -y poniendo a prueba- la resistencia del material y evidenciando la relación entre esa solidez y el peso limitado de la obra; los peldaños permiten además acercarse a la ciudad desde otro punto de vista. Auparse por encima de la cúpula de Saint Paul’s, plantarle cara al edificio de la Tate Modern o alcanzar una perspectiva inusitada sobre ambas orillas del río Támesis.
Esta escalera de corte surrealista y sin fin pero con muchas finalidades podría recordar a quienes velan por nuestra seguridad la alegría del movimiento en el ascenso y el descenso, la oportunidad física de mover las piernas y el sencillo placer de bajar y subir en un lugar con vistas.
Babelia
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