La 'milla de oro' de África
Sudáfrica es el país con más desigualdades sociales del mundo. Como buen país emergente cuenta con los vecinos más ricos y más pobres, a veces separados casi por una simple calle que parece impermeable. En Johannesburgo, estas dos realidades coinciden en el perímetro que dibujan el distrito económico de Sandton y el antiguo gueto negro de Alexandra, Alex. Contraste total.
En 1941, cuando Nelson Mandela llegó a Johannesburgo alquiló una pequeña barraca en el número 46 de la Séptima avenida, un edificio del patrimonio en el que hoy vive una familia. En sus largas memorias, el ex presidente define la vida aquí como "estimulante y precaria" y ya se lamenta de la "desidia de las autoridades" para adecentar calles y casas. Por entonces Alexandra ya era conocida con el mal nombre de Ciudad Oscura porque cuando caía la noche no había alumbrado público y las "bandas de gánsters" se apropiaban del barrio, cuenta Mandela.
El asentamiento cobija a casi un millón de vecinos, es un caos de barracas destartaladas, de gente en las puertas de sus casas y de iglesias abiertas obligadas a compaginar consuelo celestial y terrenal. Una imagen demasiado repetida no sólo en Alexandra sino en cualquier ciudad latinoamericana, africana o asiática. La foto del barrio se forma con alto paro, miseria, hacinamiento en casas paupérrimas, muchos niños en las calles sucias, escasos servicios. Aquí empezaron los ataques contra inmigrantes africanos en 2008 que se extendió por todo el país. Violencia xenófoba de pobres contra pobres.
Una madre da 'pap' para comer a sus hijos, en una calle de Alexandra, uno de los mayores'townships' o guetos de Johannesburgo.
Seguro que los golpes y disparos no se oyeron en Sandton. Ciudad dentro de Johannesburgo, no en vano fue independiente hasta 1969, un acrónimo de los barrios Sandow y Bryanston, es sinónimo de riqueza, de dinero y de negocio. Mucho negocio.
En sus 135 kilómetros cuadrados (más grande que Barcelona y del mismo tamaño que Valencia), viven 300.000 personas y se concentra la milla de oro de África. El centro neurálgico es la plaza Nelson Mandela, Nelson Mandela Square, presidida por una escultura de seis metros del ex presidente sudafricano. Fiel a su estilo, la ex mujer de Mandela, Winnie, criticó sin pelos en la lengua que el símbolo contra el apartheid permitiera que su nombre se vinculara a Sandton. De hecho, el Premio Nobel de la Paz de 1993 también sirve para bautizar un centro comercial que ha quedado unido al de Sandton City, el segundo más grande del hemisferio sur, con presencia de toda la retahíla de firmas sólo aptas para los que tengan carné del club de los millonarios.
Johannesburgo no es la capital sudafricana pero sí de la región de Gauteng (hay que pronunciar la primera G como si fuera una J), que con sólo el 1,5% de suelo de todo el país produce un tercio del Producto Interior Bruto y el 10% del África subsahariana. Y Sandton tiene mucho que ver en esto. Aquí se trasladó la Bolsa cuando el centro histórico empezó su deterioro.
En los ochenta el régimen de Pretoria se dio cuenta de que no podía mantener de por vida una segregación racial tan bestia y permitió en algunas áreas la convivencia multicolor. A esa y otras medidas de apertura tímida se le llamó petty apartheid (pequeño apartheid). Sandton fue uno de esos barrios. Hasta ese momento se daba la circunstancia de que ningún no-blanco sudafricano podía dormir en una de sus camas sino contaba con permiso especial y, sin embargo, a los deportistas o empresarios extranjeros negros, indios o árabes se les ponía la alfombra roja cuando se alojaban en uno de sus gigantes hoteles.
Las cifras son de impacto: una cuarentena de hoteles de lujo y megalujo que le han valido el nombre del Manhattan de Jo’burg, apartamentos para millonarios, casas de ensueño, una mediana de medio millón de euros en las propiedades inmobiliarias en el mercado, aunque la perla es un ático al precio de 4,4 millones de euros con una estatuta de 81.000 euros incluida, eso sí. Más datos: hay 10.000 empresas, entre las que destacan la sede de los principales bancos nacionales e internacionales, así como el mayor centro de convenciones de África. Sólo en Sandton cuelgan de las farolas anuncios de abogados que prometen las mejores condiciones en un divorcio o se publicitan clubes de ocio sólo para adultos hombres en luces de neón.
La estatua de un Nelson Mandela 'bailando' preside la plaza y el centro comercial que lleva su nombre en Sandton.
En sus urbanizaciones vive gran parte de los 23.400 millonarios (con más de un millón de dólares o 750.000 euros) censados en Johannesburgo, conocido como Jozi o Jo’burg, eGoli, denominación en sotho que significa “ciudad del oro”. Literal porque floreció en la fiebre del oro de finales del siglo XIX y en el XXI, encabeza la lista de ciudades africanas con más ricos, según la consultora británica New World Wealth. Sudáfrica coloca sus otras tres grandes ciudades en el top ten, la perla del turismo internacional, Ciudad del cabo, 9.000 millonarios más; Durban, en la costa índica, 2.700, un poco más que los 2.500 que moran en la capital Pretoria.
La segunda ciudad africana más adinerada es El Cairo, con 12.300 millonarios. Por detrás, se sitúan la capital de Nigeria, Lagos, con 9.800 y la de Kenia, con 5.000. Cerrando la clasificación, la marroquí Casablanca, la capital angoleña Luanda y Alger, entre los 2.700 y 2.300 ricos.
La consultora no cita nombres de estos vecinos con poderío pero seguro que la lista incluye al empresario Johann Rupert, los mineros Nicky Oppenheimer o Patrice Motsepe, así como el hasta hace poco ministro de Asentamientos Humanos Tokyo Sexwale, amigo y compañero de cárcel de Nelson Mandela. Sexwale y su mujer durante dos décadas se divorciaron este año en medio de acusaciones mutuas públicas y a cambio de que él desembolsara un pico de su enorme fortuna. El dolor se le curó pronto porque enseguida encontró en una jovencísima modelo portuguesa el amor que se terminó en su matrimonio. Hay que destacar que el hombre más rico de África no vive aquí. Según Forbes, se trata del nigeriano Aliko Dangote, magnate del cemento.
Tanto es el mimo hacia Sandton que el tren emblema de la modernidad de Sudáfrica, que conecta el aeropuerto internacional tiene su origen en este distrito económico. Ni del centro de Pretoria ni de Johannesburgo tienen acceso directo y los pasajeros deben hacer transbordo. Ese Gautrain se estrenó justo antes de la inauguración de la Copa del Mundo de Fútbol de 2010, y cada día transporta a unas 100.000 personas. Su mundo subterráneo también merece un aparte. Estaciones limpias, horarios puntuales de paso pero tarifas caras que dan una pista de qué tipo de cliente se busca. Aviso para los despistados. Está prohibido el acceso comiendo, bebiendo o masticando un chicle.
Nadie en Johannesburgo aconsejará evitar ir a Sandton. Incluso de noche. Es refugio de expatriados y turistas que no tienen más remedio que esperar unas horas en la ciudad esperando el avión y los precios de un menú se asemejan a los de restaurantes de Barcelona o Bruselas.
La estación de taxis que transportan a los trabajadores no calificados de Sandton,donde también se encuentra cocina tradicional africana.
Tras el brillo exterior Sandton es también la de los trabajadores sin formación ni cualificación que levantan cada día el fastuoso telón. Es la Sudáfrica, por ejemplo, en que los camareros cobran un sueldo mísero. Como en todo el país, los propietarios del negocio trasladan a los clientes la obligación de que acaben el turno con un salario más o menos digno, por lo que las propinas es casi una obligación moral, mínimo el 10%. Para esos camareros y centenares de limpiadores y de dependientes de las tiendas se ha crea€do un Sandton paralelo. Tiendecitas pequeñas escondidas en calles secundarias que ofertan económicos platos de pap (masa de millo) con carne asada y un ejército de minitaxis (furgonetas con 15 plazas) que unen lo mejorcito de Johannesburgo con los suburbios más modestos. Esto es la mayor economía de África.
Todas las imágenes de la autora.
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