Naturaleza muerta

He tenido que mirar más de dos veces la imagen que publicaba EL PAÍS el pasado sábado para ilustrar el desastre que el fuego está causando en Galicia. Suelo tener las gafas sucias, así que me las quité para fijarme bien en la fotografía de Óscar Corral, maquetada a cinco columnas. Y mi vista confirmó algo increíble: no era un cuadro.

Las pinceladas y colores de la imagen, aunque parezcan sacados de un museo de impresionismo, es en realidad... la dura realidad. Se trata de una literal “naturaleza muerta” pintada por un clic.

Una imagen que parece sacada de las obras costumbristas o de caza de siglos anteriores, pero sin personajes bajo frondosas copas arbóreas. Es un tétrico óleo de tonos otoñales, pero cuyos colores están marcados por el fuego de la canícula. Un paisaje que puede confundirse con las obras de Théodore Rousseau dedicadas al Bosque de Fontainebleau, y no puedo remediar hacer una comparación entre el paisaje francés y la “obra pictórica” que ilustra la noticia sobre Carnota.

El mirador de la catarata de Ézaro grita desde el periódico para que el “realismo” de la actualidad no se convierta en macabro impresionismo.— Isaac Campos Castillo.