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Tribuna
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Panamá más cerca de Marruecos

El Estado panameño tiene una peculiar y antigua relación con el conflicto saharaui, y apoya que se negocie para resolverlo

El expresidente panameño Martín Torrijos reveló, durante un desayuno de trabajo a finales del 2007, que quien promovió el respaldo del general Omar Torrijos al Frente Polisario, el movimiento que por cuatro décadas ha gestado la independencia del Sahara Occidental, fue el líder socialista español Felipe González.

El general Torrijos, que gobernó Panamá entre 1968 y 1981, estableció relaciones con el Polisario en 1979 y le permitió abrir la primera representación en América Latina. Fue una decisión que tuvo algo de romanticismo, en momentos de luchas revolucionarias y de movimientos de descolonización. Pero cuando González asumió la jefatura del gobierno en España en 1982, rompió sus vínculos con el Frente Polisario. El general Torrijos, por el contrario, continúo dando su respaldo a los independentistas. Unos gobiernos actuaban con pragmatismo y realismo político. Otros se comprometían con una causa absorbida por la Guerra Fría, que servía a los intereses de Argelia, con fuertes implicaciones en la seguridad de los Estados que integran el Sahel y para el futuro del Magreb africano.

Tras la caída de los regímenes militares en Panamá, el entonces presidente Ernesto Pérez Balladares, postulado por el partido que creó el general Torrijos, estableció en 1997 relaciones diplomáticas con el Reino de Marruecos.

El general Torrijos, animado por Felipe González, inició en el 79 su nexo con el Polisario

Más de una década después, pese a que era un legado de su padre, y de los altos y bajos en las relaciones de anteriores gobiernos con el Polisario, el expresidente Torrijos decidió en enero del 2008 enfriar las relaciones con los independentistas y por 18 meses rehusó aceptar un nuevo representante de ese movimiento en Panamá.

Esa posición varió, en forma inesperada, un par de semanas antes de la asunción del presidente Ricardo Martinelli, en julio del 2009, cuando el expresidente Torrijos dio el beneplácito al nuevo enviado del Polisario en Panamá. Fue una herencia negativa desde el punto de vista de los intereses nacionales del Estado panameño.

A finales del 2007, el expresidente Torrijos había respaldado las aspiraciones de Marruecos de convertir a la ciudad portuaria de Tánger en la sede de la Expo Mundial 2012, en condiciones en que competía con las ciudades de Wroclav en Polonia y de Yeosu en Corea del Sur. Finalmente, Yeosu se alzó con la sede.

Durante la administración del presidente Martinelli, que concluirá su mandato en julio del 2014, ha habido notables acercamientos hacia Rabat. En los últimos meses se han dado pasos concretos con miras a consolidar esa relación bajo el criterio de que a lo largo de su historia Panamá ha sido parte de la solución de conflictos y es sensible a situaciones que comprometen la paz y la seguridad internacional.

Pese a ser herencia de la administración Torrijos, las relaciones con el Polisario no han sido impedimento para que el gobierno de Martinelli explore alternativas en áreas de interés común con Marruecos.

En el medio están los logros políticos y democráticos alcanzados por Rabat que representan un ejemplo para los países árabes. De allí el interés de Panamá por forjar acuerdos bilaterales en temas agrícolas, comerciales, portuarios y de lucha contra el terrorismo.

Tras los regímenes militares, Panamá estableció relaciones con Marruecos

La posición de Panamá es que la solución al diferendo del Sahara Occidental es una demanda urgente de la comunidad internacional, porque la situación de inestabilidad en la zona representa una amenaza para los países vecinos y compromete el bienestar futuro de sus habitantes. Para el gobierno panameño el diferendo por el Sahara es entre Marruecos y Argelia, no con el Polisario. En el fondo se trata de un conflicto creado, como resabio de la Guerra Fría, y de las pretensiones hegemónicas de Argelia en el norte de África.

El gobierno de Panamá ha sido consistente en apoyar el proceso de negociaciones que adelantan las Naciones Unidas, con el debido respeto a la integridad territorial marroquí. Considera, además -como lo ha planteado en un comunicado oficial- que el estatuto de autonomía para el Sahara Occidental propuesto por el rey Mohamed VI al Consejo de Seguridad en abril del 2007, es una iniciativa que merece ser abordada por las partes con apertura, pragmatismo y realismo para sacar el conflicto del estatus de inmovilidad actual.

Hay quienes en Panamá piensan que es necesario revisar, conforme a los principios del derecho internacional, el sustento para mantener relaciones con el Polisario. Eso tiene que ver con las razones para reconocer una colectividad humana con el rango de Estado soberano, como ha pretendido hasta ahora ese movimiento independentista.

Varios países latinoamericanos, la mayoría de los cuales no reconoce al Polisario, han analizado el caso y han concluido que para ser considerado como Estado soberano, dentro de las concepciones del derecho internacional, es necesario que tenga control efectivo sobre su territorio y su población, que posea gobierno propio e independencia plena. Esos elementos no están representados en el Estado constituido de facto por el Polisario dentro de territorio argelino.

Más recientemente, el gobierno panameño anunció que a comienzos del próximo año abrirá una embajada en Rabat, con el fin de impulsar el comercio, la inversión recíproca y fortalecer los lazos diplomáticos y políticos. Marruecos, en definitiva, representa una puerta natural para Panamá en el norte de África por sus avances democráticos, sociales y económicos, y porque hay complementariedad en diversos campos lo que, sin duda, redundará en beneficio mutuo.

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