Cultivar la solidaridad

Según CiU, la España subsidiada vive a costa de la Cataluña productiva. Es probable que en una Cataluña independiente, los barceloneses se quejaran de que Lleida vive a costa de la productividad de Barcelona de la misma manera que los alemanes en general rechazan que su productivo país nos subsidie a los europeos del sur. A la vista están en esta crisis las perversas consecuencias de ese egoísmo. Cuando se rompe la espiral virtuosa de la solidaridad al tratar de ponerle límites, aparece el egoísmo disgregador, que es ilimitado y destructivo. La solidaridad es un bien precioso, un equilibrio complejo y delicado, que conviene cuidar y cultivar. La salida de esta crisis es una Europa solidaria en que las transferencias entre Estados miembros se hagan sin dolor ni polémicas nacionalistas. Es probable, por ejemplo, que una Cataluña independiente adoptara el estatus de tierra subsidiada a ojos de los productivos europeos del norte.

El concepto de solidaridad exige pensar en grande y no admite malas artes ni simplificaciones groseras. Abandonemos discursos egoístas y simplistas disgregadores y peligrosos que se pueden volver en nuestra contra. Y miremos lejos, a Europa y más allá. La solidaridad es una fuerza positiva que no admite límites ni resiste nacionalismos, siempre tan pequeños y reductores.— Borja Arrue Astrain.