Acabemos con los incendios forestales
Durante los meses de este verano, hemos tenido que ver nuevamente y a diario el triste espectáculo de los incendios forestales provocados mayoritariamente por incendiarios o inconscientes criminales (quema de rastrojos, barbacoas, etcétera). A pesar de las enormes pérdidas que provocan, solo se logra arrestar a una mínima parte de estos descerebrados. Y de estos, solo otra minúscula parte es condenada en los tribunales, y a unas penas excesivamente benignas debido a la legislación vigente.
He pensado muchas veces que una medida que podría facilitar mucho el arresto de los culpables —y adelantar la alerta temprana de incendios—, y dar a policías y jueces pruebas consistentes, sería colgar un satélite en posición fija sobre Galicia, pero con cobertura de toda España. Según lo que vemos en las películas americanas, la resolución de los satélites-espía es tal que permite leer hasta las matrículas de coches y motos y permite el seguimiento a las personas en su huida. Sería una medida cara, sin duda, pero las enormes pérdidas materiales, en vidas humanas, animales y ecosistemas de alto valor, justificarían tal dispendio.
Para mí, los incendiarios cometen crímenes contra la humanidad, contra la vida animal y contra la naturaleza. Propongo que se modifique el Código Penal en tal sentido creando nuevas categorías jurídicas de crímenes por incendios. En países como Holanda, no existe la prisión de por vida, pero sí existe una figura jurídica (TBR, que quiere decir “Puesta a disposición del Gobierno”) que permite mantener bajo vigilancia en clínicas o centros del Gobierno de por vida a aquellos sujetos (por ejemplo, psicópatas) que son totalmente refractarios a terapias de curación y reinserción. Pienso que la creación de tal categoría en España sería una solución para mantener criminales muy peligrosos e incurables para siempre fuera de la circulación.
Apelo a políticos y al ministro de Justicia para que exploren nuevas vías para combatir esta plaga y que valoren las ideas que acabo de lanzar.— Jean Reumkens.
