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Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

Ponga un Pritzker en la mesa

Anatxu Zabalbeascoa

 ¿Tiene la arquitectura un eco en la pequeña escala? ¿Son los arquitectos todavía buenos diseñadores industriales? Algunos sí. Otros mejoran con la escala pequeña y otros, simplemente, recogen las rentas de sus galardones reproduciéndose en casi todas las escalas. No han llegado a vender agua de colonia, aunque Norman Foster sí comercializó su rostro en los cuadernos de dibujo de las papelerías británicas WHSmith.

Así las cosas, de la misma manera que la fama autoriza a un deportista famoso a convertirse en el rostro de un champú anticaspa, son muchos los galardonados con el Premio Pritzker que han pasado a engrosar el catálogo de la empresa Alessi. La firma italiana fue pionera a la hora de ver el potencial objetual de los enseres domésticos y convirtió en sorprendentes regalos todas las herramientas de cocina: de las bandejas a las teteras pasando por fruteros y saleros. Así, tras sus famosos juegos de café y té –Tea and Coffee Piazza- (encargados a toda la plantilla de proyectistas postmodernos que triunfaron en los ochenta: de Aldo Rossi a Stanley Tigerman pasando por el teórico Charles Jencks o Michael Graves) hace unos años la empresa italiana puso en marcha la mesa Pritzker.

 Como no podía ser de otra manera, el resultado es variable. Pero innegablemente curioso. Zaha Hadid puso los esculturales jarrones y Peter Zumthor el molinillo de pimienta. Eso sí, qué molinillo: hay dos y parecen rascacielos a escala. Sejima se encargó de las sutiles cucharillas de café. Frank Gehry ideó la tetera y Jean Nouvel y Norman Foster pusieron sus sobrias bandejas.

 Es cierto que en la mesa no están todos los Pritzkers. Pero con vasos y tazas de David Chipperfield, vajillas de Massimiliano y Doriana Fuksas y tazas de café de MVRDV o sacacorchos de Wiel Arets, una tiende a pensar que podrían estar sentados en la mesa todos los que querrían pertenecer a la gran familia Pritzker. El último en llegar a ese banquete ha sido el premiado más reciente: Toyo Ito. Su cubertería Mu, de acero inoxidable, tiende un puente entre los palillos orientales y los cubiertos occidentales. Como “lineales con la calidad orgánica de las plantas” los ha descrito el propio Ito. Mu quiere decir hexágono y alude a la sección hexagonal del mango y sus cucharas, cazos, palas, cuchillos y cubiertos de postre completan la vajilla Ku, que el propio Ito diseñó para Alessi en 2006. Entre aspirantes y premiados, parece que la mesa está más que servida.

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Comentarios

Diseños espectaculares: sobrios y de gran belleza.
Cómo se nota que aún no hemos acabado las vacaciones, o que las marcas patrocinan muy bien sus productos. Un artículo así hace que este blog pierda sentido
Una sencilla cubertería, que como dice Mirna Minkoff destaca por su sobriedad y belleza.Saludos!

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