Del campo al mercado, el valor de la agricultura de proximidad
Por Jordi Bigues, periodista, activista y ecologista
Una exposición en los jardines del Palau Robert de Barcelona permite hacerse una idea de las implicaciones globales de la compra local y de la procedencia geográfica de los alimentos. La muestra «Del campo al mercado: el valor de la agricultura de proximidad» reivindica el valor de la agricultura de proximidad, el kilómetro cero.
Este artículo está redactado a partir de los datos incluidos en la exposición y algunas de las dudas potenciales que puede generar en la persona que la visita. He tomado a mano todos los datos y los he intentado ordenar para, además de la proximidad, plantear la huella agroalimentaria y la soberanía alimentaria, que está relacionada con la capacidad de abastecimiento.
En 50 años Cataluña ha perdido 500.000 hectáreas de cultivo cuando, en realidad, para alimentar a toda la población necesitaría cultivar 1.490.000 hectáreas más de las 792.425 hectáreas actuales. Entre 1998 y 2010 se han dejado de cultivar 95.000 hectáreas, lo que equivale aproximadamente a la alimentación de 300.000 personas. O, dicho de otra manera, entre 2007 y 2011 han desaparecido 4.286 explotaciones agrarias.
La superficie de cultivo considerada necesaria por habitante, para conseguir anualmente su alimentación de origen vegetal, según la exposición, es la división de la población total por la superficie de cultivo necesaria. Es decir, 0,57 hectáreas por persona o, mejor dicho, 5.700 metros cuadrados por persona y año.
Si sumamos la superficie necesaria para cultivar los cereales y las legumbres, la huella alimentaria es de 1,45 hectáreas por persona y año en el ámbito español, según los estudios mundiales de la huella ecológica, del deterioro ecológico. Una huella muy superior a la de otros países del planeta. Por otra parte, la huella alimentaria debe incluir también la superficie necesaria para obtener carne (0,27 hectáreas) y pescado (0,41 hectáreas), lo que nos da un total de 2,13 hectáreas por persona y año en el ámbito español.
La exposición pone algunos ejemplos reveladores de superficies conocidas y su potencial capacidad de producir alimentos vegetales. En Barcelona la superficie del Paseo de Gracia, si fuera cultivada, alimentaría a 27 personas. La de la Plaza Real, a 1 persona. Si se cultivaran las azoteas de una manzana del barrio del Eixample, podrían alimentarse 2 personas. Y la superficie cultivada entre los bloques de Bellvitge alimentaría a 250 personas.
Es interesante observar el origen de los productos. En Mercabarna tan sólo el 7,6% de los productos provienen de la provincia de Barcelona (la mayoría son hortalizas). En el espacio metropolitano se produce anualmente el 11% de las frutas y el 20% de las hortalizas que consumimos. Todo el resto se importa de otros lugares de España y del extranjero.
La exposición está llena de propuestas estimulantes organizadas en tres bloques:
El primero son los refranes que asocian los alimentos con el tiempo y su temporada de cosecha o plantación.
El segundo sugiere y explica, detalladamente, cómo hacer conservas con alimentos del tiempo
Y el tercero, qué encontrar en los mercados, mes a mes, que sea fruto de temporada. El consumo de productos de temporada está claro que ayuda a los agricultores locales y disminuye la huella ecológica por la reducción de la contaminación provocada por el transporte.
La muestra, que está abierta al público hasta el 15 de septiembre, pretende convencer sobre el interés de la agricultura de proximidad y, es más, ofrecer sus productos in situ. Se pueden comprar allí mismo productos de proximidad de lunes a sábado en los horarios de apertura del Palau Robert.
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