Cruzar el puente
Hasta hace más o menos un año, Fátima estaba casada, vivía junto a su marido y los dos hijos menores de edad fruto del matrimonio, era profesora de inglés y consideraba que el lenguaje era un magnífico instrumento para debatir, exponer inquietudes, alcanzar acuerdos e imprimir cambios sociales. En la actualidad, es conocida por el alias de Guevara, la relación con el marido fracasó por diferencias políticas, la casa donde vivían fue destruida, desconoce si sus hijos están vivos o muertos y ha sustituido las palabras por las balas. Es una francotiradora en la ciudad siria donde residía.
¡Qué duro y qué asequible puede resultar cruzar el puente que va de la razón a la locura! Y, en cuestiones como el odio y la venganza, escasa relevancia parece tener el color de las manos que se bañan en sangre, de la procedencia del proyectil o de la identidad de quienes arrojan armas químicas, pues el dolor y la inquina se propagan por igual en todas direcciones, siendo cada muerte un foco de emisión de rabia y desconfianza arrastrada durante generaciones.
En materia de respeto y convivencia, ¡qué poquito se aprende del pasado!— Alejandro Prieto Orviz.
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